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viernes, 19 de abril de 2024 | Última actualización: 10:46

La imbecilidad y el cine

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Luís Andrés Cisneros

El término imbécil es un adjetivo calificativo que se emplea con frecuencia cuando se quiere decir que alguien es poco inteligente, torpe, o que destaca por tener un comportamiento poco pertinente. Asimismo también se emplea para referirse a la persona que molesta a otros haciendo o diciendo tonterías.

Por lo tanto, tachar de 'Imbécil' a seres que no tienen el más mínimo sentido de la educación, el agradecimiento y el respeto a los demás es, simplemente, utilizar con mesura el calificativo con el que se debe distinguir a los 'personajillos' que tienen por única bandera el desprecio a los demás y, cómo fin primordial, el color del dinero.

Esto viene a cuento por las declaraciones (más bien aullidos) que 'cierto' director de cine ha sido capaz de pronunciar en aquel famoso acto en que le estaba dando un premio (suculenta aportación dineraria) un país al que odia profundamente, al que le desea todos los males del mundo, pero que debe, por gracia divina, mantenerle económicamente.

Sin ánimo de ser exhaustivo, voy a recordar, en este artículo, algunos de los epítetos y ataques a España que pronunció y que han conducido al estrepitoso fracaso de su última proeza cinematográfica, y en las que se muestra sorprendido del boicot que se está produciendo contra sus rollos de cinta.

Hay que ser muy, muy, muy, muy corto o muy, muy, muy imbécil para pensar que después de manifestar, entre otras lindezas, que “nunca me he sentido español ni durante 5 minutos” y “en cualquier competición siempre voy a favor del rival de España”, u “ojala hubiéramos perdido la Guerra de la Independencia”, los españoles fueran a hacerle el caldo gordo a este 'maltratador' de la educación.

¿Qué esperaba? ¿Qué a pesar de la masiva distribución por las salas de cine españolas, la gente se olvidara de lo que dijo e hiciera largas colas de espera? Es curioso cómo él puede insultar y despreciar, pero el resto de los humanos tienen que caer rendidos ante la eclosión sin par de una mente superior y dejar que él tenga patente de corso para decir lo que quiera.

Todas sus manifestaciones son un ejemplo práctico de menosprecio hacia los españoles (no sé dónde se encuentran los límites en el delito de odio, pero si ésto no lo es, que me lo expliquen) y de exaltación sin límites de su ego, queriendo decir que él es un ser superior. ¡¡Menudo mamarracho!!

Ahora bien, no perdamos de vista las declaraciones posteriores del Sr. Ramón Colom, presidente de la Federación de Asociaciones de Productores Audiovisuales de España. Según dice, “lamento que se tomen represalias contra los que no piensen como nosotros” “sus frases se sacaron de contexto (este tío es un genio)” “el sólo quiso decir que no se siente nacionalista (de nota)” “no debemos permitir este odio contra él eso es demagogia y populismo”.

Y, lo más curioso del caso es que se ha quedado tan tranquilo, pero claro, que esperamos de un señor que cobra de los productores de la película, entre otros, que los representa y que, además, llegó a codirigir un programa en televisión junto a la neutral y ecuánime María Antonia Iglesias.

Cómo rezaba el título de la película del año 1991, dirigida por Enrique Urbizu, “Todo por la pasta” esto es un claro ejemplo de esa frase. Es su fin primordial, lo demás es totalmente secundario.

Curiosamente, en esta última película, su protagonista era Antonio Resines, actor que también figura en la cinta del “apátrida”. Me gustaría hacer un llamamiento a los que intervienen en dicho celuloide, Resines, Penélope Cruz, Jorge Sanz, Rosa María Sardá, Neus Asensi, Santiago Segura, Loles León y Jesús Bonilla, entre otros. En poca estima se tienen a ellos mismos, si anteponen la “pasta” a otros valores. Pero, en fin, allá ellos.

Espero que el citado cineasta, sepa ver con claridad que, para ser consecuente con su ideario, debería devolver todas las subvenciones y premios recibidos en España y, en un rasgo de valentía sin límites (¿qué es eso?), renuncie a la ciudadanía española y solicite su inscripción como apátrida.

Asimismo, me gustaría recomendarle, muy encarecidamente, que visionara, a través de YouTube, las declaraciones que hizo en el año 2011 el legendario Leonard Cohen, cuando recogió el Premio Príncipe de Asturias de las Letras. Un discurso que él, desde su postura carente de toda lógica humana, difícilmente llegará a comprender.

Yo sí que estoy orgulloso de ser español   ¡¡VIVA ESPAÑA!!