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viernes, 29 de marzo de 2024 | Última actualización: 13:58

La Guerra de los Mundos

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Luis Andrés Cisneros.

La Guerra de los Mundos ('The War of the World') es una novela de ciencia ficción del autor británico H.G. Wells que se publicó en 1898 y que describía, por vez primera en la literatura, una invasión marciana a la Tierra.

Se hizo más famosa cuando, en 1938 Orson Wells, adaptó la novela para hacer un serial radiofónico. Al emitirlo en formato noticiario radio muchos oyentes pensaron que se trataba de una verdadera invasión, por lo que se produjeron escenas de pánico indescriptibles.

Posteriormente, en 1953 se realizó la primera versión cinematográfica, que incluso ganó un Oscar por sus efectos especiales. La última vez que se filmó, fue en 2005, con Tom Cruise y Dakota Fanning, bajo la dirección de Steven Spielberg.

Bueno, pues henos aquí, en el año 2018, ni más ni menos que 120 años desde su primera publicación y, para la inmensa mayoría de los partidos políticos y el feminismo dictatorial de nuestros días, siguen abogando por que siempre haya una Guerra de los Mundos.

Desde el mismo siglo XIX, los movimientos marxistas, socialistas y comunistas han necesitado tener, con el único objetivo de mantener su supervivencia, a un enemigo, real o ficticio, enfrente. Alguien a quien atacar bajo la premisa de que defendían a las víctimas --reales o ficticias--.

Varios han sido los enemigos a combatir, que han ido cambiando con el devenir de los tiempos. Hagamos un rápido repaso a los ‘enemigos’ a destruir: el capitalismo, los empresarios, la Iglesia católica (nunca han dicho nada contra el Islam, tontos no son, pero valientes tampoco) y así podríamos seguir durante hojas y hojas.

Hasta que llegados a los tiempos actuales, y con unos avances sociales nunca antes pensados en nuestro país, y sumergidos en la opresora dictadura de lo ‘políticamente correcto’, han encontrado un nuevo enemigo: el hombre, especialmente el varón

Este enemigo es fácilmente reconocible y tiene unas características que le hacen inconfundible. Es machista, homófobo, heteropatriarcal, violento, micromachista y cualquier otro adjetivo, real o inventado, que se les pueda ocurrir. Eso es lo de menos.

Para lanzar este ataque salvaje a la mitad del conjunto de la humanidad, han dejado que un grupo de mujeres, colocadas en sitios estratégicos y bien remunerados, se inventen un sinfín de agravios comparativos completamente inexistentes, pero que han conseguido que los partidos (un voto es un voto) y, los subvencionados hasta las médulas, medios de comunicación, lo repitan cual dogma de fe.

Si, como se anuncia a bombo y platillo, el ninguneo de las mujeres en el ámbito laboral fuera como dicen, España no figuraría en el puesto 10 a nivel mundial como país donde tienen más igualdad. Pero claro, este dato eliminaría de un plumazo todas las prebendas asignadas a infinidad de negocios altamente beneficiosos.

Por otra parte, si la brecha salarial, el techo de cristal y la caterva de situaciones que preconizan las feministas de pacotilla fueran ciertas, cabría preguntarse ¿entonces qué han hecho los sindicatos hasta la fecha? ¿se han dado cuenta este año? ¿o más bien es que todo es mentira? Tampoco las he visto denunciar la verdadera brecha salarial entre Policía Nacional y Guardia Civil con respecto a las Policías Autonómicas, claro sus compañeras en esos cuerpos les importan un bledo.

Además, si están a favor de que a igual empleo igual salario ¿dónde estaban cuando la Pedroche cobró cuatro veces más que Chicote en la retransmisión de las Campanadas de Fin de Año? También callan cuando el modelo masculino que más gana a nivel mundial cobra 13 veces menos que la modelo más cotizada.

Que este grupo de mujeres de estómagos agradecidos y currículums de escaso contenido pretendan erigirse en portavoces de los miles de mujeres que están dando pruebas fehacientes de su valía tanto profesional como humana es, cuando menos, un insulto hacia todas ellas.

Nadie, absolutamente nadie, está en condiciones de obligar a una mujer a pensar como el Pensamiento Único manda. Nadie puede empujar a una mujer a hacer algo que esté en contra de sus valores, como si decide quedarse en el hogar a cuidar de su familia, eso también es un derecho. Lo contrario es Dictadura.

Las mujeres tienen la suficiente capacidad para ocupar, por méritos propios, cualquier puesto en la sociedad, sin necesidad de tener que esperar a ser una mera cuota de obligado cumplimiento.

Nunca he visto a un hombre quejarse por el hecho de que una mujer esté desempeñando un trabajo para el que demuestra ser válida, pero sí que veo a rabiosas mujeres ver a los hombres como enemigos irreconciliables, pero nunca las veo protestando contra el inhumano tratamiento que reciben sus congéneres en los países islámicos. Claro, hacer una huelga feminista allí, les podría traer graves consecuencias.

Pero es que, ni siquiera en nuestro país, donde hay más de 20.000 ablaciones genitales al año, he visto a las 'feminazis' levantar la voz. En cambio, si se atreven a imponer a las abuelas a que desatiendan a sus nietos el día de la huelga. Claro ni son madres, ni creo que lo lleguen a ser nunca, no entra en sus objetivos.

Triste es que, para seguir con sus ponzoñosas actitudes tengan que basarse en una Guerra de los Mundos, contra su enemigo imaginario. Hay que mantener el chollo mientras se pueda. Por cierto no denuncian que los dirigentes sindicales en España sean sólo hombres, están en el mismo bando.

Y, como siempre, y más en los tiempos que corren mi despedida es…

¡VIVA ESPAÑA!