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miércoles, 17 de abril de 2024 | Última actualización: 21:51

La gran coalición

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Jorge Fuentes. Embajador de España. 

En la casi totalidad de los países europeos el bipartidismo dominante desde la implantación de la democracia, se ha ido transformando en un multipartidismo con la aparición de diversas formaciones de toda índole que acaban por cubrir el espectro político desde un extremo a otro.

Esta transformación puede juzgarse de diversas formas pero sin duda, al menos por el momento, resulta inevitable si es que se quiere dar presencia política a los diversos sentimientos ideológicos de la nueva y cada vez mas compleja sociedad democrática.

La principal consecuencia de este fenómeno es que las mayorías absolutas son casi imposibles de alcanzar y que tras unas nuevas elecciones es necesario proceder a numerosos pactos y coaliciones que permitan a alguna de las formaciones -no siempre la que obtuvo el mayor número de votos- formar un gobierno.

Con frecuencia transcurren meses e incluso años antes de que sea posible componer un ejecutivo más o menos estable por lo que se tiene que recurrir a la figura de gobiernos en funciones o provisionales que actúan en precario y con un defectuoso juego de controles por parte del Parlamento.

Para intentar evitar tal situación de inestabilidad se ha recurrido a diversas fórmulas no siempre satisfactorias que ponen en entredicho en verdadero sentido de la democracia y el "un hombre un voto". Así, por ejemplo, en Grecia se premia al partido ganador con 50 escaños adicionales que le permitirán alcanzar automáticamente la mayoría absoluta. Tal método acaba de aplicarse tras las recientes elecciones griegas lo que ha permitido al partido conservador, formar gobierno en cuestión de días y desbancar a Tsipras y a Syriza. Tal mecanismo desaparecerá en breve de forma que en las próximas elecciones los griegos deberán volver a practicar agónicos esfuerzos negociadores como en el resto de Europa.

La reforma de la ley electoral es otra de las vías que se barajan en países como España para conseguir que los escaños se valoren de forma equilibrada en las distintas Autonomías, evitando que sean algunas de éstas, claramente inconstitucionales, las que decidan la formación de mayorías, reclamando a posteriori un precio desmesurado por el apoyo prestado. Según la ley d'Hont, obtener un escaño en Madrid cuesta diez veces más votos que alcanzarlo en Lérida.

Para evitar alianzas inconstitucionales en que hubiera que plegarse a idearios anti europeos , en algunos países, principalmente en Alemania se ha recurrido a las grandes coaliciones entre los democratacristianos y los liberales de un lado y los socialdemocratas de otro. Esta fórmula ha venido funcionando hasta ahora incluso después del debilitamiento de los liberales que han sido sustituidos por los cristianos bávaros. Y también tras el auge de la extrema derecha.

La fórmula alemana para bien o para mal, ha servido en otros países que han comprobado que el partido dominante en la coalición, debilita mucho al dominado, en el caso alemán era recientemente la socialdemocracia.

Esta es la razón por la que Sánchez rechazó la propuesta de Rajoy en 2015 y Casado rechazaría probablemente, la propuesta de Sánchez en 2019, si se la ofreciera.Ello indica que en ciertos países como Alemania, el Estado se encuentra por encima de los partidos y en otros como España, ocurre justo lo contrario.

En Italia, la gran coalición se ha alcanzado contra natura reuniendo a la extrema derecha (la Liga) y la extrema izquierda (M5S), en un gobierno que lleva trazas de tener muy corto recorrido.

Una fórmula mágica es la portuguesa donde se alcanzó una coalición de izquierdas pero en el que el partido mas radical -equivalente a nuestro Podemos- ha quedado al margen del gobierno. Tal es el modelo que Sánchez intentara aplicar en España y que Iglesias por el momento se resiste a acatar.

En definitiva y por concentrarnos en el caso de España. Nuestra joven democracia es, en realidad, una partitocracia, se ha construido obre la base del dominio de los partidos y tanto éstos como sus votantes serán partidarios de ir a una gran coalición no tanto pensando en los intereses del Estado sino poniendo el foco en si tal coalición va a fortalecer o debilitar a su partido. En tales condiciones no parece nada claro que una Gran Coalición sea, por el momento aplicable a España. Habrá que esperar.