Natalia Gil, regidora de Ciutadans en l'Ajuntament de Vila-real.
Este es mi primer artículo y debido a las circunstancias que estamos atravesando seguramente se imaginaran de lo que voy a hablarles. Hace muy pocos días que hemos estrenado año. Un año que comenzamos como siempre con el concierto de Año Nuevo, con la diferencia de que este 2021 ha sido un recital dirigido por la batuta del coronavirus en una sala vacía y dedicado a la esperanza.
Nuestro país padece una crisis tanto sanitaria como económica, en la que ahora encima se suman los estragos causados por la ola de frío. Es por ello, que tanto el plan de vacunación nacional como la subida de la tarifa eléctrica son asuntos de especial relevancia a día de hoy.
La vacuna muy especialmente porque es la mayor y única esperanza ante el avance imparable del virus. Sin embargo, esta esperanza avanza a paso lento y sin un rumbo claro. Conseguir la ansiada inmunidad será imposible sino activamos todos los recursos sanitarios disponibles.
También el precio de la luz se ha erigido como un protagonista inesperado. El recibo se ha disparado en un 27 por ciento, coincidiendo además con un temporal que nos ha dejado congelados.
En este asunto, me resulta escandaloso que se especule con una necesidad tan básica en un momento tan crítico como el actual. Y es que sube el recibo pero nadie es responsable, ni siquiera aquellos que prometían una bajada y criticaban duramente al anterior ejecutivo de Mariano Rajoy. Debe ser porque ahora son ellos los que ocupan los sillones del Consejo de Ministros.
Como ven, el 2021 no nos está dejando indiferente y el 2020 podríamos decir que solo era el ensayo general, pues recuerden que una batuta por muy buena que parezca no convierte a nadie en Director de orquesta, es necesaria una buena mano para dirigirla. Lo mismo ocurre en la gestión política.
Mucha salud para todos.
