La corrida de Feria de la Magdalena de hoy fue fría y aburrida. Los toros de la ganadería Alcurrucén dieron muy poco juego. Solo entraban al caballo, eran complicados para banderillas, y rehuían el capote. Al final el público premió la faena y la estocada de Sebastián Castella. Fue de lo poco bueno de la tarde
EM/FA.-
No arrancó la lluvia, pero el frío era intenso y un fuerte viento racheado del norte dejó entumecidos a público, matadores y cuadrillas. Realmente un día muy desagradable para una corrida de la que se esperaba mucho más de lo que dio, con poco más de media plaza.
Toros de la ganadería Alcurrucén para los diestros: Sebastián Castella, Miguel Angel Perera y Alejandro Talavante. Los toros no dieron nada o casi nada al festejo. Salían despistados a la plaza, con peso y energía, pero solo para corretear por la arena sin prestar atención a las citas de matadores y cuadrillas.
Era casi imposible recibirlos con el capote y sacar tres pases buenos. Pero con los caballos era otra cosa. Todos ellos entraron a la pica con desesperación. No hubo manera de cumplir los protocolos y que los picadores se ajustaran cada uno a su sitio. Cuando cambiaba el tercio y los picadores asomaban por la puerta, no había capote que los retuviera, y los astados iban en busca de los caballos. En el primero de la tarde, la fuerza con que ‘Arrestado’ acometió contra la pica fue tal, que picador y caballo rodaron por los suelos.
Fueron problemáticos en banderillas, donde costó sacar un buen par. Y es que si, los toros tenían una fuerza endiablada, pero tenían la independencia clavada en la piel y no entraban a citas ni conciertos.
En el primero, ‘Arrestado’, colorado de 498 kilos, Castella se las vio y se las deseó para fijar al toro, al que pudo arrancar una faena discreta. Castellar lo intentó por activa y por pasiva, aprovechando cada arrancada del toro; pero el astado se quedaba quieto, no embestía. El matador entró bien a matar, una buena estocada que fulminó a ‘Arrestado’. El público lo agradeció con aplausos.
Con el segundo de la tarde, ‘Lechuguino’, Colorado braga, de 539 kilos, pasó exactamente lo mismo. José María Perera intentó trabajarlo, pero el toro no respondía. El astado se plantaba delante del matador, agachaba la cabeza, arañaba el suelo con las patas, y ya está, no hubo más. Buena estocada. Aplausos.
Alejandro Talavante lo intentó con el tercero, ‘Letrilla’, negro, de 551 kilos que, como sus hermanos, no fijaba ni al capote ni a nada. El público protestaba en las gradas. Entró a picas, como los otros. En la suerte de banderillas, el astado logró centrarse un poco; lo suficiente para que Talavante consiguiera varias series de pases buenos. Pero no había toro y Talavante optó por matar pronto. Aquí el matador no tuvo suerte, dos pinchazos y una estocada trasera. El público reconoció el esfuerzo y aplaudió con ganas, pero Talavante, desconteneo, saludó desde la barrera.
El cuarto de Castella era un toro llamado ‘Cara alegre’, que de alegre tenía poco, 559 kilos.
Más de lo mismo. Se alejó de los capotes, y nada más salir el picador se fue a por él. En la suerte de banderillas, ‘Cara alegre’ pareció algo más centrado que sus hermanos. Castella se fue a por él. Era preciso citarlo, llamarlo, constantemente para que el toro respondiera, y aun así, Castella, hizo una faena arreglada. Pases muy bonitos, que levantaron al público que quería espectáculo. Mató de una estocada, que arrancó al toro a correr como no lo había hecho antes. Pero el astado estaba prácticamente muerto. Castella le dio espacio, sonó un aviso y ‘Cara alegre’ se desplomó. Fue lo mejor de una tarde aciaga, que el público premió con una oreja.
El quinto y sexto de la tarde fueron una repetición de los mismos esquemas. ‘Martinete’, negro mulato para Perera; y ‘Doctorcito’, colorado braga para Talavante, no hicieron sino encrespar al público y desanimar a los matadores, mientras el frío era cada vez más intenso. Aburrido. Pereda pinchó y mató de media estocada. Talavante dos pinchazos y estocada final.
