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jueves, 18 de abril de 2024 | Última actualización: 20:02

Es la hora de los laicos

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Casimiro López Llorente. Obispo de la Diocésis Segorbe-Castellón.

Hace unos días invitaba a la Jornada diocesana de anuncio del Congreso Nacional del laicado en España, en febrero de 2020, que celebraremos en la mañana del sábado, 2 de febrero, en el Seminario Diocesano Mater Dei. Así comenzaremos la fase diocesana previa al Congreso Nacional. Mi invitación está dirigida a todo el Pueblo de Dios de Segorbe-Castellón: laicos, consagrados, diáconos permanentes y sacerdotes. Vale para todos los laicos –hombres y mujeres-, especialmente para los jóvenes, estén asociados o no; y vale para catequistas, profesores de religión, profesores cristianos, visitadores de enfermos, voluntarios de cáritas, monitores de tiempo libre, etc. Por supuesto que también deben sentirse interpelados por la invitación los sacerdotes, pastores al servicio de todo el Pueblo de Dios, así como los religiosos y los diáconos.

Es muy importante participar en el encuentro e implicarse en el posterior proceso de oración y de reflexión sobre la responsabilidad y tareas de los laicos en la misión en la Iglesia y, de modo particular en lo que les es específico, en el mundo. La misión de la Iglesia corresponde a todos los bautizados. Las palabras de Jesús "Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación" (Mc 16, 15), se dirigen a todos los bautizados. Ya el Concilio Vaticano II enseñó que también los fieles laicos, incorporados a Cristo y a la Iglesia por el bautismo, están llamados a participar, según su condición, en la misión evangelizadora de todo el pueblo de Dios. No es una concesión de los pastores, sino un don y una llamada, que han recibido del mismo Señor en el bautismo. Es más; sin la implicación efectiva de los laicos no será posible la urgente tarea de la nueva evangelización. Es la hora de los laicos.

Todos los bautizados estamos llamados a ser santos y discípulos misioneros del Señor. Y juntos –laicos, consagrados y sacerdotes-, hemos de volver a reflexionar sobre la corresponsabilidad de los laicos en la vida y misión de nuestra Iglesia. Juntos hemos de analizar con humildad y sinceridad si los laicos asumen la tarea evangelizadora que les es propia. Juntos hemos de ver el modo de promover su participación en la vida de la Iglesia y en la misión común, y de acompañarles en su vida y formación cristianas. Juntos hemos de visibilizar su participación en la vida y misión de la Iglesia y hemos de buscar los caminos de la evangelización en el mundo de hoy. Esto es caminar juntos, es decir, sinodalmente. La fase diocesana preparatoria del Congreso nos ofrece la ocasión para vivir esta sinodalidad, creando espacios de oración, de encuentro, de escucha, de diálogo, de discernimiento y de participación de todos en los distintos niveles.

El punto de partida irrenunciable para la misión de todo bautizado es vivir la novedad de la vida cristiana que brota del Bautismo y la llamada universal a la santidad. A partir de una intensa vida de fe, el cristiano puede y debe crear un mundo diferente, purificado, humanizado y santificado por la acción del Espíritu Santo. Desde la belleza y la alegría de su vida redimida y enriquecida por los dones de Dios, el cristiano puede y debe hablar de lo que ha recibido: de Jesucristo y del amor del Dios Padre que son el origen y la riqueza de su vida; y sobre todo, debe plasmarlo en su actividad cotidiana.

Os animo pues a todos a participar en la Jornada diocesana del día 2 de febrero y en la Fase Diocesana Preparatoria del Congreso Nacional. Gracias