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viernes, 29 de marzo de 2024 | Última actualización: 21:59

Encuentro anual con los confirmandos

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Casimiro López Llorente. Obispo de la Diocésis Segorbe-Castellón.

El próximo 6 de abril vamos a celebrar por tercer año consecutivo un encuentro diocesano con los adolescentes y jóvenes que se preparan para recibir la Confirmación. Es una buena ocasión para conocerse y para compartir juntos la alegría de ser amigos de Jesús. Para mí es un verdadero gozo pasar este día con los confirmandos, escuchar sus anhelos y esperanzas, y también –claro está- sus dificultades y peticiones a nuestra Iglesia para poder ser y vivir como cristianos hoy. Y, sobre todo, es nuestro deseo ayudarles a preparar como se merece su Confirmación.

Hemos elegido como lema del encuentro las palabras de Jesús: “Venid a Mí…”. Porque en el centro de nuestro encuentro -como en todo el proceso de preparación para la Confirmación- estará el Señor Resucitado para dejarnos encontrar o reencontrar por Él o para profundizar en este encuentro personal con el Señor vivo sin el cual no se puede ser cristiano. Nos han recordado insistentemente los papas Benedicto y Francisco.

Si queremos realmente que los adolescentes o jóvenes se preparen para que la acción del Espíritu Santo en su Confirmación caiga en tierra buena y preparada, el primer objetivo de su preparación debe ser ayudarles a avivar y madurar su fe en Cristo, es decir, a descubrir y conocer a Aquel que es el Salva­dor del mundo, para dejarse encontrar personalmente por Él como Alguien vivo, para adherirse a Él y seguirlo como el Resucitado que les dará su Espíritu en la Confirmación para mostrarles su amor personal y darles su luz y su fuerza. Hacia esto ha dirigirse la pastoral de la confirmación.

Pero, ¿cómo pro­vocar el deseo de encuentro con Jesucristo vivo en aquellos que, habiendo sido bautizados de niños y recibido la primera Comunión, no han tenido formación en la fe y han vivido distanciados de la comunidad eclesial? ¿Cómo lograr que chavales de 13 a 16 años se sientan atraídos de lleno hacia la persona de Je­sús, hacia su Evangelio como norma de vida, y hacerles ver esto les concierne personal y plenamente, y que les pide conversión y transformación de mente, corazón y vida, para seguir a Cristo en el seno de la comunidad eclesial?

Contando siempre con la ayuda de la gracia, hemos de tener en cuenta varias cosas. En primer lugar se trata de ayudar a cada adolescente y joven a decidirse personalmente por Cristo para vivir unido a Él, seguirle y ser su testigo en la Iglesia y en el mundo; para ello es necesario cuidar el anuncio del kerigma que suscite y avive el encuentro personal con el Señor y la fe en Él, el deseo de conocerle, amarle y seguirle.

Además es necesario que el acompañamiento sea personalizado, lo que no excluye la reuniones y actos catequéticos en grupo, que son siempre necesarios; pero cada uno ha de ser acompañado personalmente en su proceso de crecimiento en la fe y de vida cristiana (mediante la escucha de la Palabra, la oración personal y comunitaria, la participación en la Eucaristía dominical y en la Penitencia) así como en la maduración en su vida moral. Es un proceso, que ha de ser realizado con ellos y no sólo para ellos.

Y, finalmente, este proceso ha de llevarse a cabo dentro de la co­munidad cristiana parroquial; y no sólo porque han de participar asiduamente en la vida de la comunidad sino también porque la misma comunidad está concernida ante este acontecimiento de Pentecostés de la Confirmación, sin el cual se apagaría la Iglesia.

La preparación para la Confirmación implica, pues, que el adolescente o el joven deseen de forma consciente y responsable orientar su vida, centrándola en Jesucristo Resucitado que nos reúne en su Iglesia. Esto requiere de su parte interés, motivación recta, seriedad en el proceso y maduración en su fe y vida cristiana, y su inserción y compromiso progresivo en su comunidad eclesial, en su vida y en misión. Durante este tiempo, los confirmandos deberán ser ayudados a tomar conciencia de que la vida de fe sólo se pue­de vivir en comunidad, como grupo de creyentes, que pide su implicación. A la Iglesia solo se la ama, cuando se la experimenta por dentro como su propia familia.

A todo ello quiere ayudar nuestro encuentro. Padres, catequistas y sacerdotes: animad a nuestros confirmandos a participar en el encuentro. Muchas gracias.