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sábado, 20 de abril de 2024 | Última actualización: 22:37

La magia de los Paradores

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Juan Teodoro Vidal. Químico. 

He tenido ocasión de viajar a la ciudad de León esta semana, y la agencia de viajes me reservó plaza en el Hostal de San Marcos. Se trata del hotel que la red de Paradores tiene en León, que está situado en un magnífico edificio con una fachada renacentista. Originariamente había en el lugar un 'hospital' para los peregrinos del camino de Santiago, desde el siglo XII . Esa primera construcción fue derribada para levantar la actual, que fue un convento en el siglo XVI, ampliado en el XVIII. El edificio tuvo muchos usos a lo largo de su historia. Incluso sirvió de campo de concentración en la época de la guerra civil. Aparte de lo que ahora se usa como hotel, que también tiene una parte nueva moderna, incluye un claustro, un museo y una iglesia, siendo todo el conjunto una obra arquitectónica de gran valor artístico. En su interior se disfruta de muebles, tapices y cuadros de la época, objetos muchos de los cuales han sido recuperados de otros edificios. Todo lo que se ve está ordenado de una forma que da una sensación de agrado y que hace sentirse como en el interior de un gran museo.

En cuanto a su exterior, el edificio goza del silencio que se obtiene al estar convenientemente apartado del tráfico y al mismo tiempo muy accesible. Tiene enfrente una enorme explanada ajardinada, desde la que se contempla todo el esplendor de su fachada, orientada al sur y por tanto radiantemente iluminada de día y que también se puede disfrutar de noche por la iluminación monumental. Está situado al lado del río Bernesga, que cruza de norte a sur el borde de la ciudad. Tiene en su flanco oeste el Jardín de Quevedo, que se puede observar desde los balcones de las habitaciones. Está a un paso del Auditorio Ciudad de León y del Museo de Arte Contemporáneo de Castilla y León (MUSAC). A un 'paseo' del centro histórico donde se puede contemplar y disfrutar de la catedral gótica más bonita de España, junto con la de Burgos, la 'Pulchra Leonina'. O la amplia oferta gastronómica y de ocio del centro histórico.

Pero además sorprende positivamente por su calidad el servicio y la amabilidad de su personal, siempre con una sonrisa. Y por la calidad de su cocina. Es el lujo basado en la sencillez de las cosas bien hechas. La sobriedad de las habitaciones y la solidez del conjunto. Y no sería tanta sorpresa, si no fuera porque, además, no se trata de un alojamiento caro, sino que está en un nivel de precios semejante al de los hoteles modernos de su entorno, construidos expresamente para tal uso en los últimos años, en la expansión de la ciudad hacia lo que eran sus afueras tiempo atrás.

Este estilo de los paradores, observado también en otros establecimientos de la cadena, en mi opinión, es una muestra de la excelencia en un sector ya de por si muy competitivo, como es el turístico español. Caracteriza parte de la mejor oferta hostelera de un país que vive en gran medida del turismo. Se puede hacer un turismo de calidad empleando edificios o enclaves históricos, como hacen los paradores, en que se aprovecha algo que no tienen muchos países competidores de nuestro entorno, dotándoles de una nueva vida y uso, para disfrute del viajero. Es un ejemplo de como se conjugan historia y modernidad para un uso práctico. Es un ejemplo de como podemos contribuir a levantar un país milenario, llamado España, dando al mundo una oferta de calidad y de servicio bien hecho, con la amabilidad que nos caracteriza y en la que no nos gana nadie. Y, para que conste, no cobro comisión.