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El Papa Francisco ha autorizado a todos los sacerdotes para perdonar el aborto a través de la Confesión, durante todo Año Jubilar de la Misericordia. El Santo Padre ha extendido esta licencia a todo el clero por el deseo de cuidar y abrazar con ése abrazo misericordioso del Señor que perdona a quien acude arrepentido a Él, concretamente a las mujeres que han abortado.
El Papa ha explicado que “los sacerdotes se deben preparar para esta gran tarea sabiendo conjugar palabras de genuina acogida con una reflexión que ayude a comprender el pecado cometido, e indicar un itinerario de conversión verdadera para llegar a acoger el auténtico y generoso perdón del Padre que todo lo renueva con su presencia”.
De ordinario y debido a la gravedad con que este acto atenta a la vida, su absolución suele estar reservada al Obispo diocesano. Los sacerdotes de Segorbe-Castellón tratarán esta cuestión en su formación permanente. Don Marc Estela, Vicario del Clero, afirma que precisamente los sacerdotes ya habían programado que su formación permanente de este curso versaría sobre la misericordia, y que su concreción práctica a través del sacramento de la confesión sería uno de los aspectos a tratar. La dimensión bíblica, teológica y sacramental enmarcarán la reflexión de los presbíteros en este Jubileo que, por su parte, integra uno de los objetivos diocesanos del curso.
Francisco conoce bien el sufrimiento de las mujeres que han abortado: “Sé que es un drama existencial y moral. He encontrado a muchas mujeres que llevaban en su corazón una cicatriz por esa elección sufrida y dolorosa. Lo sucedido es profundamente injusto; sin embargo, sólo el hecho de comprenderlo en su verdad puede consentir no perder la esperanza”. Por eso afirma que “el perdón de Dios no se puede negar a todo el que se haya arrepentido, sobre todo cuando, con corazón sincero, se acerca al Sacramento de la Confesión para obtener la reconciliación con el Padre”.
El Jubileo de la Misericordia se iniciará el 8 de diciembre de este año, y se concluirá el 20 de noviembre del 2016. En la carta dirigida a monseñor Fisichella, el Papa recuerda su deseo de que este evento “sea experiencia viva de la cercanía del Padre, como si se quisiese tocar con la mano su ternura, para que se fortalezca la fe de cada creyente y, así, el testimonio sea cada vez más eficaz”.
