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jueves, 18 de abril de 2024 | Última actualización: 17:19

La ventana de Overton

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Luis Andrés Cisneros.

 

Quizás muy pocos hayan oído hablar algo sobre la Ventana de Overton. Se trata de una teoría política que establece cómo conseguir que algo, que es considerado inaceptable, pase a convertirse en algo asumible.

Está teoría fue desarrollada por el politólogo norteamericano Joseph P. Overton (4-1-1960 / 30-6-2003), ex vicepresidente del Centro Mackinack de Políticas Públicas. Definía esta teoría como una ventana que incluye un rango de políticas aceptables, de acuerdo al clima de opinión pública que existe en ese momento, y que puede moverse a medida que se vaya influyendo sobre la opinión de la gente.

¿Podemos pensar que, en estos momentos, nos encontramos en España ante un claro ejemplo de la aplicación de esta teoría?

La respuesta es un sí evidente ya que, en estos momentos, se están viendo que políticas o decisiones que hace muy pocos años eran impensables, ahora se presentan como males menores asumibles.

Vamos, por ejemplo, con el caso de Cataluña. En torno al año 2000 menos del 15% se declaraban partidarios de la independencia, hoy en día se ha disparado esa opción en torno al 50%. Pero hay más, casi el 80% de los catalanes está a favor de votar en un referéndum sobre la posible independencia. Se ha movido, de manera inteligente, la Ventana de Overton.

Pero esto no es sólo válido para la historia de la consecución de la independencia catalana, sirve para cualquier otro axioma que se quiera implantar (Ley de género, de paridad, memoria histórica, LGTBI, etc.). Su desarrollo siempre es el mismo, la ventana se va moviendo desde su estado inicial y seguirá avanzando cumpliendo las cinco fases en que se divide: radical, aceptable, sensato, popular y plenamente político.

Para ello, hay que contar con una adecuada planificación y con unos colaboradores inestimables: medios de comunicación, líderes de opinión, lobbies de presión y partidos políticos.

Volviendo al tema de Cataluña, desde el inicio de la petición de independencia, se ha pasado por varias fases: somos una nación, rasgos culturales, derecho a decir, somos una república, somos un país ocupado y sigue subiendo el tono, o sea, la ventana se sigue moviendo.

Lo que se está consiguiendo es que, y ya estamos teniendo ejemplos entre los distintos partidos políticos, es que todos estos pasos lleven, sin remisión, a redactar una nueva Constitución que recojan las peticiones de los secesionistas y, por consiguiente, la destrucción de España como nación.

No hay más que ver lo que los distintos partidos están proponiendo. Su mantra personal ‘es necesario modificar la Constitución para que todos estén contentos’. Desconocía que en 1978 votaron a favor un número importante de cabreados.

Ahora resulta que todos o la mayoría están de acuerdo con que hay que modificarla, pero no para mejorar las deficiencias que tiene como, por ejemplo, el ruinoso y cancerígeno estado de las autonomías o la injusta ley electoral. No, lo único que les preocupa es que todos y cada uno de los actores de este drama que sufrimos los españoles, tenga sus chollos a salvo.

La manipulación a la que nos han sometido desde años, hace que veamos, como normal, cosas que no hace mucho tiempo hubieran levantado ampollas en la piel de los españoles.

Se entiende que los que hablan español se vean ultrajados a diario, que las familias vean mermada su razón de ser, que los cristianos sean vilipendiados, que la historia sólo sea beneficiosa para unos cuantos.

Todos quieren sumarse y subirse al carro de lo que manda el marco de la Ventana de Overton. Todos quieren seguir en la posición de los privilegiados. Nadie tiene altura de miras e intentar luchar, no sólo por sus egoístas intereses, sino por el bien general. ¡Ah claro! Ahora eso ya no se lleva.

En la cabeza de nadie cabía, ahora sí, que los delincuentes se pudieran presentar a unas elecciones supuestamente democráticas, después de haber intentado acabar con la nación gracias a la cual ellos viven, y muy bien por cierto. Es más, en el colmo de la imbecilidad, los partidos políticos aplauden que los golpistas se puedan presentar. O sea, como en el dicho antiguo: cornudo y apaleado.

Olvídense, no hay partidos constitucionalistas, ni no constitucionalistas, todos están de acuerdo en hacer una Constitución que finiquite España, pero que les permita seguir cobrando a fin de mes.

No oigo a nadie, salvo a VOX, luchar contra este despropósito. Las únicas acusaciones particulares contra estos despropósitos han sido por parte de ellos o del abogado Miguel Durán. Todos los demás quieren seguir moviendo la Ventana de Overton hacia la destrucción de nuestra historia.

El 21 de diciembre daremos una nueva puntilla a España. Pero a los políticos ¿qué le importa? Nada. A lo mejor están deseando que todo siga igual para que se repitan unas nuevas elecciones. ¡la pela es la pela!.

¡Viva España!