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jueves, 18 de abril de 2024 | Última actualización: 20:21

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Rafa Cerdá. Abogado.

El pasado año anticipé por estas fechas una idea muy clara: los tiempos que vivimos no son buenos  para la ‘tranquilidad’. Ya nos encontramos sumergidos en plena ola de consumismo, reduciendo  las fiestas de la Navidad a una mera campaña comercial; mucho reencuentro entre los amigos, mucha reunión con familiares, pero con el regalo en la mano, los buenos deseosos siempre acompañados por movimientos de la tarjeta de crédito.

Y como remate a la obligatoriedad de gastar sin ton ni son, nos vemos obligados a afrontar todo un despliegue de cenas, almuerzos, desayunos, meriendas y quedadas varias con personas de las que apenas sabemos nada el resto del año, convirtiéndose todo en una algarabía de compromisos agotador y ‘agotante’.

Si se obvia la galopante exigente necesidad de vincular la vivencia de unas buenas fiestas con un elevado gasto, los encuentros que propicia la Navidad adquieren una perspectiva más que amable: las personas dejan de ser parte de la agenda del teléfono móvil. Volvemos a disfrutar del contacto y la compañía de buena gente, de la de verdad. La que nos caiga bien, la que nos ayude y nos haga sentir a gusto. Menuda tontería ¿verdad?, no estoy diciendo más que obviedades pero el frenético ritmo de vida que llevamos nos lleva a confundir a ‘buenos conocidos’ con ‘amigos’.

Para muchos también, estas próximas fiestas de Navidad, supone recordar dolorosas ausencias ante la falta de personas queridas que ya no se encuentran a nuestro lado. Puede parecer que esa tristeza se ‘distraiga’ con un aluvión de atracones y jaranas de todo pelaje, y lo único que se consigue es incrementar la sensación de vacío.

Permitámonos disfrutar como a cada uno nos apetezca, no como participantes de una campaña comercial. Procure momentos de calma, evitando todo aquello que parece divertido pero es pura apariencia. Las cuestiones que realmente nos importan tiene lugar todos los días, la Navidad anticipa un mensaje muy simple: cuanto mayor es nuestra libertad, mejores son nuestras acciones.

Durante estos días tan frenéticos del último mes del año, participe en aquellas reuniones de la gente que le acompañe todo el año, y reúna a quienes no ve tan a menudo, celebre a la gente que tenga cerca y actué de la mejor forma, al igual que harían aquellos que no se encuentran a nuestro lado.

Las fiestas que se aproximan son días de Paz, no los cambiemos por jornadas de falsa diversión. Afrontemos las cuestiones importantes con el mejor de los regalos, cuidando de los nuestros y de nosotros mismos. Lo demás, sólo provoca sofocos...