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viernes, 19 de abril de 2024 | Última actualización: 20:39

El descojone vasco

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Rafa Cerdá Torres. Abogado.

Perdón por tomarme a chirigota determinadas parcelas de esta nuestra realidad, la cual siempre suele dejar en mantillas a la más rebuscada ficción. Les pongo en antecedentes: durante el recién acabado mes de marzo, se estrenó la comedia titulada "Ocho apellidos vascos", dirigida por el afamado cineasta Emilio Martínez Lázaro. Una simple historia de amor entre un andaluz y una vasca de condición abertzale (ergo independentista), sirve al director de la película para enhebrar una desternillante comedia. Los típicos tópicos de andaluces y vascos son volteados una y otra vez hasta crear una secuencia de situaciones tan absurdas como divertidas. Si quieren pasar un buen rato no dejen de acudir a su sala de cine favorita o más cercana.

Pero (siempre que hay humor viene un calavera y lo fastidia) a cierto sector del público visionario y de natural tendencia nacionalista, la película de marras no les acaba de sentar bien del todo. Quizás ver reflejada su propia condición a través del absurdo y del tópico, en lugar de sacar a relucir un sano sentido del humor y del propio ridículo, provoca que salga a pasear una mal disimulado sentido de inferioridad. Así de claro. No se entiende como algunos críticos y publicaciones, hayan realizado una demostración de su credo político más que una crítica cinematográfica.

Calificar la comedia Ocho apellidos vascos como una "españolada", suena más a mala leche que a conocimiento del séptimo arte. Si la película de marras, hubiera versado sobre andaluces vagos, aragoneses paletos y divertidos valencianos, esos mismos que fruncen el ceño, suavizarían el gesto, que a buen seguro se tornaría en alegre sonrisa si el guión contara las divertidas desgracias de un grupo de fascistas derechosos en plena Guerra Civil protagonizadas por un cura, el militar y el terrateniente. Graciosísimo. Aunque mucho ojo con darle la vuelta al nacionalismo en general, y al vasco en particular, con el ánimo de confrontarlo con la risa, el buen humor y la necesaria sátira. Por cierto, que muchos de los elementos que estos críticos afamados encuentran tan susceptibles de rechazo, se tornan en elogios cuando la artillería independentista catalana esgrime verdaderas gilipolleces como argumentos para justificar su causa.

El pueblo vasco ha aprendido a sacar tajada de la difícil situación creada por el terrorismo hace mucho tiempo, mediante un humor envidiable: en el segundo canal de la televisión autonómica de Euskadi se emite (creo que todavía) un programa llamado "Vaya Semanita", donde un grupo de actores retuerce una complicada realidad con la finalidad de ofrecer un rato de risa y buen humor, de verdadero descojone vasco, con el mismo estilo que es objeto de crítica en la película de Emilio Martínez Lázaro.

En serio, no se pierdan la película. No pasará a la Historia, pero a buen seguro les hará un estupendo   rato. Ya me contarán.