Miguel Prim Tomás. Ex Parlamentario Nacional.
A parte de las ‘ocurrencias’ que comentaba en mi último artículo, hay otra que no deseo silenciar como son las del alcalde de Valencia que nada más entrado el año tuvo la gran iniciativa de silenciar las campanas de una joya como es la Iglesia de San Nicolás, próxima al Palau de la Generalitat, acusándoles de ‘contaminación acústica’.
Esas campanas, además de anunciar la misa matutina y el Ángelus, anunciaban el cierre de las puertas de la ciudad de Valencia, muchos años atrás cada tarde-noche.
El clamor de la ciudad fue más que colosal por la idea, que podía tener otras connotaciones negativas que todos estamos pensando. Muchos fuimos los que firmamos contra tal hecho. Al final, el primer edil llegó a un acuerdo con el párroco de dicha iglesia, para reducir los toques y no silenciarlos.
Señor alcalde, ¿hacía falta tal propuesta tan negativa contra la inmensa mayoría de la ciudadanía? Pero ya estamos acostumbrados a ver al reseñado alcalde no lucir corbata en acontecimientos importantes de la ciudad, tanto culturales, como de otras índole, en que las principales autoridades nacionales vestían ‘como toca’ y a él se le olvida la corbata.
A mi entender, y creo que a una multitud de valencianos, nos da verdadero sonrojo ver a la primera autoridad de la ciudad que ‘desprecia’, por ejemplo, a los Reyes en un acto oficial, al no saber vestir como manda las verdaderas normas de compostura.
Y voy a aprovechar este espacio que me queda para una vez más criticar de la forma más sonora y ardiente, el grave espectáculo, a modo de esperpento, del juicio iniciado a Arturo Más y acompañantes, tras el 9 N, referéndum de independencia, que se llevó a cabo a sabiendas de que el Tribunal Constitucional lo prohibía.
Se está llegando a una situación insostenible de burla a la Ley vigente en el Reino de España. ¿Que están buscando los dirigentes catalanes? Si se es contundente contra la ilegalidad, van a decir que son unos mártires por culpa de España. Si no se es contundente, ¿hasta dónde piensan llegar? Ya lo dije en anteriores artículos, el problema que ello supone para la paz y la concordia entre todos. ¿Hasta cuándo? ¿Y cómo?
