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jueves, 28 de marzo de 2024 | Última actualización: 20:52

El cuajado de la flor es preludio de otra campaña citrícola. ¿Mejor o peor?

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Miguel Prim Tomás. Ex Parlamentario Nacional.

Si nos remontamos a 1967, en un rotativo valenciano leíamos: "El pago del arancel aduanero del Mercado Común suponía un 20% y era una dificultad para la exportación de nuestras naranjas y mandarinas, considerándolo totalmente injusto pues se trataba de una corriente comercial histórica. La no pertenencia de España al ‘Club Europeo’ cuesta a nuestros citricultores más de 2.000 millones de pesetas al año".

Pues bien, hace algunos años que España ingresó en la CEE, y en teoría nuestros cítricos debieron de notar el cambio; pero... ¿Fue así? Se explicó que la PAC aportaba una serie de ayudas; los agricultores tenían opción de acceder a la Organización Común de Mercados (OCM) y allí crear la Organización  de Productores de Cítricos (OPC), que redundaría en una mejor canalización y oferta de la fruta.

Hace ya más de 10 años escribía en una revista de Fepac-Asaja un artículo que titulaba: ¿Existe solución para nuestra citricultura? Y allí ya comentaba la grave crisis citrícola que comparaba para su mejora en un equilibrio racional con una mesa de tres patas: 1- Cultivo en común. 2- Seguro de rentas. 3- Retirada de excedentes.

En el caso 1, se trataba de racionalizar el cultivo, reduciendo costos de producción. En el 2,, el Seguro de Rentas da pié a pensar en el umbral de rentabilidad; es decir, que producir un kilo de naranjas o mandarinas, cuesta ‘tanto’. Si el citricultor cobra su fruta por debajo de ese umbral, está perdiendo dinero, o lo que significa que no es rentable su cultivo.

En el 3, está claro que habrán campañas en las que hay un exceso de producción, o la calidad de la fruta es menor, con lo cual, la industrialización es básica para tapar agujeros de eso que llamamos rentabilidad.

Hace unos días, el sindicato AVA-ASAJA reclamaba al Gobierno medidas para garantizar el cultivo y que el citricultor pueda vivir dignamente, no olvidando la importación de otros cítricos de Sudáfrica que pueden infectar nuestras plantaciones de plagas y enfermedades que aquí no existen, como la ‘mancha negra’, entre otras.

Y pondría un amplísimo etcétera de medidas para mejorar la renta del citricultor que debido a estas situaciones de campañas seguidas de inseguridades han hecho que se abandonen huertos, los jóvenes vayan a buscar otros ingresos y el agricultor que hay, es de una edad avanzada. Todo ello está siendo una grave realidad. Ante todo, habrá que volver a hablar de unión del citricultor, modernización de las estructuras y ayudas a todos los niveles.

Lo bien cierto es que en núcleos rurales existe un gran desconcierto y mucho pesimismo. Sigo invitando a abrir ese buzón de sugerencias para conocer opiniones y sacar conclusiones. El tema lo dejo abierto. Hasta la próxima.