Noticias Castellón
jueves, 28 de marzo de 2024 | Última actualización: 12:16

¿Futuro? ¿Qué futuro?

Tiempo de Lectura: 2 minutos, 1 segundos

Noticias Relacionadas

Miguel Ángel Cerdán. Profesor de Secundaria.

Recientemente se ha celebrado en Francia un seminario titulado “Francia, dentro de diez años”. En dicho seminario, el gobierno de Hollande, y por extensión toda la élite política y económica francesa, señalaba la imprescindible apuesta que necesitaba hacer Francia por la excelencia industrial y por la competitividad en base a las nuevas tecnologías y la I+D.

¿Y aquí? ¿Mientras tanto, a qué se dedican nuestro Gobierno y el conjunto de lo que se conoce, y cada vez con mayor razón, con el nombre de “elites extractivas”? Pues bien, aquí no sólo es que no haya ningún plan parecido de cara al futuro; es que ahora mismo la inversión en Investigación y Desarrollo ha descendido de forma tan brutal que es inferior a la del año 2008. Además, el número de empresas con actividades innovadoras es un 76 % inferior al que existía a principios del año 2009. Y el CSIC, la joya de la Corona, ha sufrido un recorte del 30 % y este verano ha sido noticia por la gravísima crisis que ha atravesado y que está atravesando dados los brutales recortes en fondos dedicados a investigación y ciencia. Esa es nuestra patética realidad. Patética realidad a la que debemos unir la práctica total desindustrialización que padece España, desindustrialización que ahora está en su apogeo pero que se aceleró de forma brutal con el boom del ladrillo. Así, de hecho, entre 1990 y el año 2005, la Industria pasó de representar el 25 % de nuestro PIB a suponer apenas el 18,5 %. Mientras, en el mismo periodo, la construcción incrementó su participación en tres puntos. Las consecuencias de este modelo, basado en el ladrillo y un sector servicios poco cualificado, todos las conocemos.

He aquí la realidad. Aunque tal vez lo más grave sea el futuro. Un futuro que pinta muy oscuro. Y es que cada vez parece más evidente que este Gobierno y por extensión el conjunto de las élites extractivas las únicas apuestas que hacen es abaratar la mano de obra por un lado, y por otro sentarse a esperar a que de aquí a cinco o diez años la construcción y el ladrillo vuelvan a ocupar el centro de la escena. Ese es su sentido de Estado, ese es su patriotismo de hojalata.