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jueves, 28 de marzo de 2024 | Última actualización: 23:00

A España no la va a conocer ni la madre que la parió

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Luis Andrés Cisneros.

Cuando allá por el año 1982, el PSOE venció, de manera clara, en las elecciones generales, el Vicesecretario del partido, Alfonso Guerra, pronunció una frase que se hizo famosa y que no ha perdido vigencia con el paso del tiempo: ‘El día que nos vayamos, a España no la va a conocer ni la madre que la parió’.

Una de dos, o puso la primera piedra para que eso ocurriera sin remisión, o bien era un futurólogo que ríase usted de Rappel o de Aramis Fuster. A lo mejor, si hubiera visto en el lodazal que estamos metidos, no se hubiera atrevido a pronunciarla y, de esa forma, hubiera evitado que lo tildaran de agorero.

Sólo dando un escueto repaso, podremos ver cómo esa premonición se está cumpliendo a rajatabla y la realidad supera a la ficción.

La chabacanería, el mal gusto, la ausencia total de educación y respeto, campa a sus anchas por todo el territorio nacional, incluidas las más altas Instituciones del Estado (Congreso de los Diputados, Senado, etc.)

Ser secesionista, o ir contra España, está bien visto y es motivo de ‘libertad de expresión’ y jolgorio.

Burlarse y vejar a todos los símbolos del país, desde su Himno hasta su bandera, es sinónimo de ‘progresía y corrección política’.

Atacar a partidos de derecha es normal y hasta incluso ‘saludable’, cómo hemos visto recientemente en un ataque a VOX, y no ha sido el único antes ya ha ocurrido otras veces, acontecido en la Universidad de Sevilla, con el beneplácito de los responsables de dicha entidad.

El atropello y acoso a la lengua española es el pan nuestro de cada día, ante la pasividad de las autoridades del Estado.

Hemos visto cómo la Justicia ha ido, poco a poco, sometiéndose a los dictados de los políticos, ya que son estos últimos quienes ponen y quitan jueces. El ejemplo más reciente lo hemos tenido en la sentencia del caso Noós.

La Corona se ha visto inmersa en corruptelas y escándalos de todo tipo, amparada por la inviolabilidad del monarca emérito y gran aficionado a todo tipo de caza, la de grandes piezas y otras que le suponían gran placer cinegético.

Día sí y día también, hemos venido presenciando cómo políticos, de gran y pequeño fuste, han desfilado por los distintos juzgados de nuestro país, sin que hayan tenido condenas de gran calado.

Los ciudadanos hemos apoquinado la pasta de nuestros impuestos para ir pagando los desmanes que los políticos han cometido, principalmente, en las Cajas de Ahorros.

Han convertido las más altas Instituciones del Estado, en un circo de baja estofa y calidad, en la que los insultos y la ausencia total del más elemental sentido de la educación ha brillado por su ausencia.

Se ha permitido que los secesionistas, arropados por otros partidos, campen a sus anchas y se rían de todos los españoles, alimentándoles económicamente.

Soportamos el desenfrenado ‘mamoneo’ de las Comunidades Autónomas, entregadas, única y exclusivamente a exprimir al contribuyente, y con un hambre de dinero desorbitado.

Protegemos a cualquier islamista que llegue a nuestro país llenándolo de dádivas y ayudas, mientras que los españoles que se encuentran en parecidas circunstancias son ignorados.

Les importa muy poco que los pensionistas españoles tengan dificultades para mantener sus pensiones. Ellos ya las tienen ampliamente consolidadas.

Se pueden permitir tener a un Presidente del Parlamento Balear, que se declara, anti español, anti monárquico y que se jacta de ello en las redes sociales.

Estamos viendo como partidos, que van contra el mismo Estado, se hacen con cuotas de poder, arropados por partidos llamados constitucionalistas, pero a los que sólo les preocupa su trozo de pastel.

Ser español, cristiano, apoyar la familia, ser heterosexual, hablar la lengua de Cervantes, tener educación y valores, se ha convertido en un deporte de alto riesgo.

Hemos llegado a eliminar el bipartidismo, pero eso nos ha costado llegar al unipartidismo. Los cuatro partidos principales (los únicos apoyados por los medios masivos de comunicación) tienen, en sus principales líneas los mismos postulados políticos.

Y así podríamos seguir hasta llegar a editar un tomo más grande que el diccionario de la RAE. No sé, señor Guerra, si esto es a lo que usted se refería, pero en una cosa sí que tenía razón. No conoce a España, ni la madre que la parió. Hay que ponerle freno. Es imprescindible

Yo sí que estoy orgulloso de ser español. ¡Viva España!