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jueves, 28 de marzo de 2024 | Última actualización: 12:12

Si hubiera sido en una mezquita...

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José Antonio Rodríguez. Asesor Fiscal.

La  pretendida laicidad de los estados occidentales, la remisión de lo religioso y las manifestaciones  que conlleva al estadio íntimo de la persona, en aras a la defensa y respeto de aquellos que supuestamente no creen, se está manifestando como error y perjudicando gravemente a los fundamentos de  la estructura social, conllevando irremediablemente a un adormecimiento social en lo referente a la publicitación con normalidad  de las creencias religiosas, y todo lo relacionado con ellas.

Es el nuevo modelo de persecución religiosa en occidente, desde un planteamiento nihilista, correcto, educado, pero igualmente feroz y despiadado, que ha conseguido que nos avergoncemos de manifestar nuestras creencias, porque hacerlo es de carcas y ‘casposos’.

Los principios de nuestra cultura judeocristiana de más de dos mil años de vigencia han sido los cimientos de una cultura basada en el respeto al ser humano, a su libertad y a su derecho a decidir, con valores esenciales como la corresponsabilidad, la solidaridad, el  amor fraternal y el deseo de transmitir a los tuyos, a tu familia esos principios, formando parte de una sociedad plural, abierta y diversa.

Siento desazón y una cierta vergüenza ajena al comprobar que actos como la profanación de la Eucaristía, valor supremo para los católicos, el pasado viernes en la Basílica de San Pascual en Vila-real  tienen una muy escasa repercusión mediática y una débil por no decir nula repercusión social, bien por desconocimiento, vergüenza, o desdén.

Como creyente, y con el respeto que merece cualquier otra manifestación o creencia, no puedo por menos que titular este artículo de un modo políticamente incorrecto. Me disculparan lectores de Castellón Información, porque  de haber ocurrido en una mezquita con toda seguridad la noticia hubiera saltado a los medios escritos y las redes sociales, no por el hecho en sí, sino por  las más que probables protestas y manifestaciones al respecto y seguramente también por las reacciones en contra, con diversas opiniones al respecto de políticos, fuerzas de seguridad, etc., ya que no suelen tener problemas en declararlo públicamente.

Lo acaecido en San Pascual nos importa un bledo, ya que no somos capaces de manifestar nuestro disgusto al respecto,  porque esa vergüenza que nos da hacerlo, o lo que es lo mismo, esa corrección y separación de lo social y religioso que nos han imbuido ,nos lleva a no actuar, que obviamente es un modo de actuación.

La asistencia a esa Misa en desagravio, aun siendo verano y con calor debe ser con respeto, pero con rotundidad, manifestación del rechazo, disgusto, y sobre todo reafirmación de las creencias  , el derecho y la necesidad de  que se imparta religión en las escuelas como parte de la educación, sin ningunearla, ni escatimarle horas; que se pueda conseguir por la mayor parte de los jóvenes una formación y conocimiento religioso en general, con lo que con independencia de la creencia, habrá por su parte con toda seguridad respeto.