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martes, 16 de abril de 2024 | Última actualización: 21:51

Douce France

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Jorge Fuentes. Embajador de España.

Francia es, sin duda, uno de los países más hermosos, interesantes e importantes de Europa. La ruta de los castillos del Loira, las campiñas del Perigord, los pueblos de Provence, las playas de la Costa Azul son todos ellos lugares excepcionales donde hay que ir y volver. París es la gran ciudad occidental más bonita del continente (creo que Estambul es la más atractiva de las grandes capitales orientales de Europa). El ambiente cultural y artístico de Francia sigue siendo extraordinario aunque no lo sea tanto como hace medio siglo cuando Francia era, de verdad, el centro de atracción de los intelectuales y artistas del mundo entero. Mi generación creció y se educó en la francofonía; la literatura, el teatro, la música, el cine frances eran los más inspirados y los que creaban tendencia y estilo.

Después de las dos guerras mundiales del siglo XX, Francia, que no jugó un gran papel en la lucha contra el nazismo, como sí lo jugaron el Reino Unido, los Estados Unidos, Polonia o Rusia, consiguió situarse como protagonista en los arreglos postbélicos que marcaron el destino europeo durante los años de la guerra fría. Del mismo modo, algunos franceses como Schuman y Monnet fueron decisivos en la configuración de la Europa comunitaria desde la CECA, y la CEE hasta la UE. El eje franco-alemán marcaba claramente un primus inter pares que iba a decidir  la ruta a seguir por la Europa a 6, a 12 y a 28 erigiéndose en núcleo duro de la Unión con cierto disgusto de otros países que como el Reino Unido, Italia y España nos considerábamos igualmente cualificados.

 Las cosas están empezando a cambiar. Francia ya no es una gran potencia en casi ningún sentido. Desde el punto de vista económico se encuentra en una etapa de estancamiento rayana en la recesión. Hace casi dos años que su crecimiento ronda el 0%.

Desde el punto de vista político son ya varios los Presidentes y Primeros Ministros amén de otros líderes que se ven imputados o muy vapuleados por razones económicas o morales durante su ejercicio de gobierno o después de haberlo cerrado. Así ocurrió con Mitetrrand, con Chirac, con Sarkozy, Villepain así como Strauss Khan, Bernard Tapie y ahora con Christine Lagarde. Ese desolado panorama  no lo superamos ni en España a pesar del desfile interminable de corruptos de menor entidad que tenemos en nuestro país.

El partido socialista francés, actualmente en el poder, está bajo mínimos. Francois Hollande, después de su escándalo sentimental está teniendo que rectificar de forma rotunda su proyecto político para la recuperación económica, acoplándolo al plan de  austeridad marcado por Alemania y seguido por España y otros países de la UE. Ello ha conllevado una fuerte crisis de gobierno que habrá que ver cómo se cierra.

Desde mediados del siglo pasado Francia no es una superpotencia, como no lo es ningún país europeo separadamente aunque sí lo es la Unión Europea en su conjunto. No cabe ninguna duda que Francia superará el bache actual y recuperará su protagonismo en el continente. Nos conviene a todos que así sea. Aunque sin excederse en su estrellato.