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jueves, 28 de marzo de 2024 | Última actualización: 18:12

¿Recuperar Gibraltar?

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Hace más de cinco años publiqué en este mismo diario (por cierto ¡qué mayor es ya nuestro Castellón Información!), una columna sobre el Peñón. Por entonces el Ministro de Exteriores Garcia Margallo estaba dando un nuevo embate para intentar recuperar esa parte de nuestro territorio cedido vilmente al Reino Unido por el Tratado de Utrecht de 1704.

Son muchos los Ministros de España que han querido ponerse los laureles recuperando el Peñón. El más notorio fue Fernando Castiella titular de Exteriores entre 1957 y 1969. Fue tal su empeño en la tarea que su Departamento fue rebautizado como Ministerio de Gibraltar y otros asuntos Exteriores.

Huelga decir que España ha hecho todo tipo de esfuerzos militares, diplomáticos, económicos y políticos para recuperar la soberanía de aquella minúscula parte de nuestro territorio (6 Kms2, 33.000 habitantes censados, 13.000 trabajadores españoles que cruzan diariamente la verja).

Todos los Organismos Internacionales nos han dado siempre la razón al considerar a Gibraltar como susceptible de descolonización y de devolución a España. Sin embargo las resoluciones de los OI no sirven de mucho cuando una potencia, como el Reino Unido, miembro permanente del Consejo de Seguridad de la ONU, se ve implicada.

Las dos conclusiones más llamativas que cabe retener del problema gibraltareño son, en primer lugar que la pérdida del Peñón privó a la región circundante de su capital natural, una ciudad que hubiera podido tener hoy las dimensiones de otras mediterráneas como Génova o Barcelona. Tal pérdida empobreció a toda la región que sigue desnortada hasta el día de hoy.

La segunda conclusión es que la colonia de Gibraltar es hoy un sinsentido tan descomunal como si España retuviera aun Flandes o Nápoles. O como si Gran Bretaña conservara todavia Malta, Chipre o la llave del canal de Suez.

Gibraltar es hoy la única colonia que existe en Europa, un residuo de otros tiempos ya remotos. Y con una regularidad encomiable, cada cierto tiempo, España hace un esfuerzo para despertar de esa pesadilla. Hubo una magnifica ocasión cuando nuestro país ingresó en la OTAN y luego en la UE (1982-1986), cuando los dos países en litigio quedamos hermanados en las dos Instituciones.

Ha surgido otra buena oportunidad cuando, con la aplicación del Brexit, reaparecerían dos fronteras evidentes: la que surge entre Irlanda y el Ulster que Dublin ha sabido resolver de forma muy satisfactoria para sus intereses evitando que tal frontera sea rígida e impida una futura eventual reunificación, y la frontera que se producirá en la verja de Gibraltar.

No es que España fuera a recuperar ahora el Peñón, no esperábamos retomar ahora la soberanía del territorio. La polémica en estos días proviene del hecho de que el Gobierno español, envuelto en cien problemas internos de mayor entidad como el secesionismo catalán o en otros de pandereta como la exhumación de los restos de Franco, ha perdido una gran ocasión para reflejar con toda claridad en los artículos 3 y 184 del contrato negociado entre la UE y el Reino Unido, referente al tema, que cualquier cuestión que en el futuro afecte a Gibraltar tendrá que ser negociada entre España y el Reino Unido.

Esa aclaración no se ha producido. Los mencionados artículos del contrato han quedado tal como los redactaron Michel Barnier y Teresa May. Mientras Pedro Sánchez se dedicaba a viajar por Marruecos, Cuba y Valladolid.

En el último minuto Sánchez cayó en la cuenta de que se encontraba ante un lío muy gordo que podía darle serios disgustos en la retahíla de elecciones que se acercan. Si ponía el veto al contrato de negociación del Brexit, Bruselas le consideraría como un irresponsable. Si no lograba alguna baza, los partidos españoles y la opinión pública le pondríamos a caer de un burro. Pienso que desde el principio sabía que no iba a vetar el contrato y buscaba obtener algún regalito que le permitiera salvar la cara en casa.

El caramelo llegó no como hubiera sido deseable, con la modificación del articulo 184, sino con unas cartas anejas del Consejo de la UE, de la Comisión y del Embajador británico ante la Unión, misivas tan ambiguas como legalmente irrelevantes. Solo ello explica que tanto May y su gobierno como Picardo, estén encantados con esa solución. Sánchez también lo está pero por otras razones menos confesables.

A lo largo de su Historia, el Reino Unido ha sido un país que solo atiende a sus principios y no comprende más razones que las de la fuerza. España no va a organizar una nueva Armada para recuperar el Peñón y no cuenta con los 1300 millones de habitantes que permitió a Pekín recuperar Hong Kong. Los hongkoneses, con su transferencia a China, perdieron hasta el pasaporte inglés.

Habría que demostrar a los 35.000 gibraltareños y a los 13.000 trabajadores transfronterizos  que con un Peñón español y comunitario les iría mucho mejor, que fuera de la Unión hace mucho frío. Lo cual es difícil de probar pero no imposible.