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martes, 16 de abril de 2024 | Última actualización: 19:24

Los poderes

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Jorge Fuentes. Embajador de España.

No se cuántas veces habrá que volver a la carga sobre Montesquieu y su construcción de la Democracia basada en la separación de los tres poderes básicos del Estado.

Últimamente nuestros poderes andaban bastante mal parados. Al Legislativo, con excepciones, daba bastante miedo verlo, tan revuelto, tan mal hablado, tan mal presentado, defendiendo lo indefendible en especial la desunión del país. Enzarzados sus miembros en debates barriobajeros, recurriendo a trucos de feriante de pueblo. Visto el panorama de la Cámara Baja, sorprende que algunos demanden solamente la supresión del Senado y no de ambas Cámaras.

Del Ejecutivo casi no haría falta ni hablar. Debido a una falta de visión histórica, se crearon 17 Autonomías, se engordó absurdamente el aparato del Estado y por falta de una visión política, se fue cediendo a las Autonomías lo que en modo alguno debió transferirse nunca: la Educación, la protección del idioma patrio y de la visión unitaria del país. El resultado es bien patente: España está privada de una lengua común y se encuentra -y seguirá encontrándose por muchos años- al borde de su ruptura.

Nos quedaba como tabla de salvación el Poder Judicial, con su Tribunal Supremo, su Consejo General del Poder Judicial y sus 5000 profesionales resolviendo lo mejor que podían los millones de casos que se les presentaban. Por dejación de los dos poderes restantes, el gravísimo problema del separatismo catalán había quedado en manos del Judicial y éste le iba plantando cara con coraje y sabiduría contra el viento y la marea provocada por algunos de nuestros partidos y de varios de los Tribunales de países socios tales como Bélgica y Alemania.

Pues bien, es como si hubiera habido una conspiración de necios para desacreditar también al Poder Judicial.
Primero haciendo campaña desde el Ejecutivo y el Legislativo en favor de aminorar las sentencias contra los golpistas catalanes admitiendo que aquello no fue rebelión sino, como mucho, sedición. Pero aun más y por si acaso el Supremo no cogía onda, haciendo campaña aun antes de que hubiera juicio y sentencia, en favor del indulto.

El descrédito del Supremo estaba ya servido. El Ejecutivo no se conforma con nombrar al Fiscal General sino que quiere controlar también la Judicatura nombrando de forma harto irregular al Presidente del Supremo y del CGPJ (Manuel Marchena, conservador) antes de haber elegido a los vocales (mayoritariamente de izquierdas) responsables de votar a aquel.
Con ello y con aquellos regates que se produjeron recientemente respecto al pago de impuestos en los créditos hipotecarios, el Tercer Poder está francamente debilitado.

Si ello no fuera suficiente, el Ejecutivo se ha apoderado también de una buena fracción del Cuarto Poder (la prensa) al ceder la RTVE a Podemos como recompensa por su apoyo en la Moción de Censura que llevó al PSOE al Gobierno, y también al Quinto Poder (la Banca) al que ha mangoneado de forma inmisericorde.

No se cuántos pasos más habremos de dar para que nuestro país entre por méritos propios en la categoría tan explotada hogaño por los regímenes comunistas de las mal llamadas Democracias Populares que ni eran populares ni tenían nada de democráticas.