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sábado, 20 de abril de 2024 | Última actualización: 13:42

De vueltas con los poderes

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Jorge Fuentes. Embajador de España.

Los tres poderes básicos que en el siglo XVIII acuñara Montesquieu -legislativo, ejecutivo y judicial-, han conseguido mal que bien, llegar hasta nuestros días.

A trancas y barrancas, a veces nos indignamos con el ambiente penoso que presenta el Legislativo, desaliñado, mal parlante y con escasos resultados. Más aun nos preocupa el Ejecutivo, que acumula dislates, embustes y errores hasta la saciedad. Y entonces confiamos la solución  de los problemas al Judicial, el único poder que queda, lo que supone la judicialización de la vida política, lo que ni es bueno para la salud política de España ni va a resolver la mayor parte de los miles de casos que le van a llover tan pronto se cierre el estado de alarma.

Sin ánimo de caer en un pesimismo paralizante, lo cierto es que los tres poderes se han alternado bastante mal a la hora de enfrentar la crisis que nos asaltó en 2019 (de ahí el Covid-19), pero que no quisimos reconocer hasta bien entrado el año 2020, para ser precisos, hasta el 14/03/20.

Está claro que se trataba de una crisis nueva -casi todas lo son- e inesperada -ídem-. Pero lo era para todos los países del mundo y muy pocos supieron hacerle frente de forma tan torpe como España. Con dos errores principales: enclaustrar a los ancianos en residencias donde perecieron en cifras monstruosas y desproteger a los sanitarios lo que les convirtió en involuntarios héroes/suicidas.

Del resto, sufrimos un confinamiento tardío pero superior al de la gran mayoría de los países del mundo y ahora vamos a la desescalada acelerada, también poco fiable, sin suficientes garantías sanitarias y con mal disimulados objetivos económicos.

Encontrarse en el poder, en cualquiera de los tres poderes, no es una bicoca en estos momentos, excepto por las ventajas materiales que pueda conllevar para sus titulares. Pero lo que no va a ser aceptable es que quienes fueron responsables de la escabechina que hemos conocido en nuestro país y en otros, puedan salirse de rositas.

Echándose las culpas unos a otros -el gobierno central a las autonomías o a la oposición; el Judicial al Ejecutivo, la izquierda a la derecha, los comunistas a los empresarios etc.- se está intentando eludir responsabilidades en una suma cero, de forma que, cuando pase la pandemia, paz y gloria.

Ante la inoperancia de los poderes clásicos, aunque sin renunciar a Montesquieu, hay otros tres poderes que quizá puedan ayudarnos a salir de la crisis.

Uno de ellos es el poder económico, los empresarios, los únicos que podrán enderezar  el gravísimo bache material en que estamos metidos, los únicos que - por encima de las vanas palabrerías contradictorias del gabinete- podrán crear trabajo, remontar la situación y evitar que rebasemos el 20% de paro, el 12% de déficit y el 120% de deuda pública. La reunión que celebraron el lunes pasado los líderes del IBEX 35 emitió opiniones esperanzadoras.

El poder espiritual, la Iglesia católica, está siendo fundamental tanto en la atención a los enfermos, como a los necesitados (Caritas atiende a muchos millones de nuevos pobres surgidos de la crisis) y a los jóvenes a través de la enseñanza concertada o privada. Todo lo cual representa miles de millones de euros ahorrados a nuestro presupuesto.

En cuanto al tercer poder, la prensa, tengo mis dudas de si rema a favor  o en contra de la regeneración. Contamos con una fiable prensa escrita, en papel o digital, suficientemente plural y libre; también con una radio diversa. Pero no nos engañemos: la inmensa mayoría de los españoles absorbemos la información a través de la televisión y ésta se encuentra casi toda en manos de la izquierda, tanto cuando gobierna como cuando está en la oposición. De ahí que las redes intenten compensar con miles de mensajes de todo género e ideología, muchas veces en forma de fake news, el monopolio imperfecto de los medios.

Malo será que, con estos seis poderes, con la ayuda de una administración seria y solvente y con la buena disposición de nuestro pueblo, no consigamos salir más bien pronto que tarde de la crisis en que nos metió un virus inesperado y unos poderes mal trabados.