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sábado, 20 de abril de 2024 | Última actualización: 22:37

Las olas

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Jorge Fuentes. Embajador de España.

El largo año que ha durado hasta ahora la pandemia del Covid-19, puede ordenarse en España en forma de tres olas que se extenderían respectivamente por la primavera (de marzo a mayo), el otoño (de septiembre a diciembre) y el invierno (a partir de enero de 2021). La primera ola nos cogió a todos -al gobiernoa la ciudadanía- muy de sorpresa, a pesar de que llegaban señales alarmantes principalmente desde China y desde Italia.

 Tuvo aquella ola como fecha central el 8 de Marzo, en que al no verse suspendidas las manifestaciones convocadas, no sólo dispararon los contagios entre los asistentes en toda España, sino que estimularon -en lugar de impedir- la celebración de otros muchos actos políticos, festivos y deportivos, todos los cuales juntos situaron a España en cabeza del número de contaminados y fallecidos en proporción a su demografía.

En aquella ola, fue el gobierno quien tomó las riendas de la operación contando con un filósofo y un médico-surfista, como principales protagonistas. En todos los sentidos la operación no pudo salir peor y el equipo de gobierno, muy chamuscado, tomó buena nota de que le convenía distanciarse del virus.

Como consecuencia de ello y tras 90 días de confinamiento estricto, el Gobierno Central decidió retirarse y dar protagonismo a las Autonomías, no sin antes anunciar a bombo y platillo, en el mes de julio que él Coronavirus había sido derrotado y que todos podíamos disfrutar de unas merecidas vacaciones, empezando por el propio Presidente.

Fue aquella una maniobra encaminada a intentar salvar la temporada turística, cosa que no solo no se consiguió, sino que impulsó la aparición de una segunda ola que se caracterizó por el desorden entre los 17 mandos autonómicos, algunos de los cuales demostraron poder gestionar el control del virus, no peor que el Ejecutivo Central aunque el resultado final fuera caótico.

Nos hicieron creer que el virus tendría unas barreras naturales, que lo frenaría primero con la llegada del calor del verano, y más tarde, con el final del nefasto año 2020 y la aparición de un milagroso 2021, que llegaría cabalgando sobre las vacunas. Pero las descontroladas fiestas navideñas y la variante de la cepa británica, unido a la lentitud en la distribución de las vacunas, hizo que apareciera una tercera ola.

En ella, ni el Gobierno Central ni las Autonomías parecen querer hacerse cargo del problema, conscientes ambos niveles de que el interminable estado de alarma no iba a remediar la cuestión y que decretar un nuevo confinamiento tan estricto como los 90 días de la pasada primavera, arruinaría al país.

Ambas instituciones, la central y las autonómicas, comprendieron también que acercarse al Coronavirus es un mal negocio que perjudica gravemente a quien lo haga. Por ello, para esta tercera ola, aquellas instituciones han decidido que los ciudadanos nos las arreglemos como buenamente podamos. De forma que la nueva consigna es el auto-confinamiento. Es decir, que cada uno de nosotros decida y se responsabilice de sus actos.

Si las cosas sale bien, ya se encargará el Gobierno de ponerse las medallas. Si por el contrario, las cosas salen mal ya sabemos a quién responsabilizar: a nosotros mismos.