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miércoles, 24 de abril de 2024 | Última actualización: 13:52

Los judíos de Polonia

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Jorge Fuentes. Embajador de España.

Hace un milenio, el pueblo judío, en plena diáspora desde sus tierras de origen en Oriente Medio, se expandieron por distintos puntos del continente europeo. Por diversas razones y en particular por la prosperidad de estos dos centros, Cracovia y Praga fueron los destinos favoritos de los hebreos. Pasados los siglos, la población, particularmente en Polonia donde habían sido recibidos con simpatía y tolerancia, se multiplicó llegando a alcanzar en los años de la segunda pre guerra, la cifra de tres millones, un 10% dela población total de 30 millones de habitantes con que contaba en aquel momento el país.

Museo Judío en Polonia.

El exterminio del pueblo judío operado por el nazismo fue espantoso. El 90% de la población hebrea fue ejecutado en circunstancias que han quedado como los actos más crueles perpetrados en la historia de la humanidad. Y muy injustamente, Polonia ha quedado vinculada a esos hechos terribles por encontrarse algunos de los campos de exterminio más tristemente célebres, en territorio polaco.

No deben confundirse los hechos: Auschwitz, Birkenau, Sobibor, Treblinka, Chelmno, Balzec y Majdanek eran campos alemanes construidos en Polonia por razones estratégicas y para facilitar el traslado de las víctimas judías y de otras etnias desde países vecinos. Perecieron también en esos campos y en general durante la guerra alrededor de seis millones de polacos.

Monumento al Holocausto Judío en Polonia.

La mayor parte de los escasos 300.000 judíos polacos supervivientes emigraron tras la guerra a los Estados Unidos, a América Latina y a Israel. En Tel Aviv, durante los primeros años de existencia del hogar judío, las reuniones de los consejos de ministros se celebraban en idioma polaco.

Hoy quedan en Polonia apenas 15.000 judíos practicantes más una cifra varias veces superior a aquella que han perdido todo vínculo con sus raíces hebreas.

Entre los factores que han contribuido a fomentar la leyenda negra sobre el trato de los polacos a los judíos se encuentran el recelo de la población autóctona sobre aquella masiva inmigración que por añadidura concentró algunas de las actividades menos populares para el conjunto de la sociedad, como la banca, la captación de impuestos y el prestamismo a elevados intereses, un recelo que España experimentó también y resolvió en aquellos mismos años por la vía drástica de la expulsión.

Mucho menos justificada es la acusación de que los polacos confabularon con los alemanes la entrega de judíos para negociar su propia salvación. Es posible que se dieran algunos de estos casos pero infinitamente más numerosos fueron los actos heroicos de cobijo a los judíos por parte de polacos arriesgando sus propias vidas.

Cuando en los años setenta del siglo pasado la Guerra Fría empezó a superarse gracias al proceso de Helsinki (OSCE/CSCE), el entonces canciller alemán Willi Brandt visitó Varsovia y pidió perdón al pueblo polaco por las atrocidades cometidas durante la guerra. La fotografía del canciller arrodillado ante el monumento erigido en memoria del holocausto judío, se convirtió en un símbolo histórico de reconciliación.

En aquel lugar que hoy lleva el nombre de Plaza de Willi Brandt, Polonia ha levantado recientemente un importante museo, el más grande del continente, que estudia la presencia de los judíos en Europa y su aportación cultural y científica al país. Visitantes del mundo entero llenan sus salas y también su biblioteca, sus archivos, sus ciclos cinematográficos y sus exposiciones monográficas aparte de la espectacular exposición permanente. Les recomiendo su visita la próxima vez que vengan a este interesante país sin el cual es imposible conocer la Historia de Europa.