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jueves, 28 de marzo de 2024 | Última actualización: 13:45

'Homo homini lupus'

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Jorge Fuentes. Embajador de España.

En los últimos días han circulado ciertas cifras que resultan explosivas en el terreno social y de las relaciones de género. En lo que va de 2018 ha habido 23 crímenes cometidos contra niños, 17 de ellos fueron perpetrados por mujeres y 6 por hombres.

Más cifras. En 2017 el 80% de los crímenes de España los cometieron hombres y el 20% por mujeres. Hay que añadir que si la mayor parte de los asesinatos efectuados por los hombres tuvieron como víctimas a otros hombres, la totalidad del 20% de los crímenes operados por las mujeres tuvieron como víctimas también a los hombres.

Es llamativo que estas dramáticas cifras fueran aireadas solo escasos días después de las multitudinarias manifestaciones del día internacional de la mujer, a raíz de que el 11 de Marzo se desvelara lo que ya se sospechaba: que la culpable –presunta-- de la desaparición y muerte del niño Gabriel Cruz era la pareja de su padre, una inmigrante dominicana. Por cierto, respeto y admiración por la entereza y bondad mostrada por la madre de Gabriel. No así por el padre que con su elección de pareja desencadenó la tragedia final.

Se ha especulado mucho sobre el hecho de que al ser la presunta asesina, inmigrante, mujer y negra, se cargaran las tintas informativas acreciendo la noticia. Falso: cuando el asesino resultó ser un hombre español --caso Diana Quer-- el clamor fue semejante.

Como ya decían los clásicos, 'Homo homini lupus'. El hombre es un lobo para el hombre. O para la mujer. Hay en la naturaleza humana un factor de agresividad casi tan frecuente y fuerte como lo hay de bondad. Aquel hace que la convivencia entre géneros y entre personas en general se vuelva en ocasiones, complicada.

Es cierto que a lo largo de la historia los roles del hombre y de la mujer han estado desequilibrados. La supuesta mayor fortaleza física del varón nos hizo estar destinados a realizar las tareas que en otros tiempos requerían mayor fuerza. A su vez, la capacidad procreadora de la mujer, pareció predestinarla al cuidado de los hijos y del hogar.

Ello fue así hasta que la mayor parte de las tareas laborales requirieron más habilidad e inteligencia que fuerza con lo que la mujer pudo incorporarse plenamente al mercado de trabajo. Hasta que este fenómeno se produjo recientemente, el modo de vida de la mujer podría ser más monótono, menos vistoso e incluso más exhaustivo. Pero lo cierto es que les procuró una expectativas de vida ocho años superiores a las del hombre.

Con la incorporación femenina a las viejas rutinas del varón --tabaquismo, alcohol, ansiedad etc-- las diferencias en las expectativas de vida se están reduciendo, en muchos casos porque la actividad laboral de la mujer fuera de casa se ve completada con tareas domésticas en mayor medida que sus parejas.

La igualdad hombre-mujer se está produciendo. Aún quedan tics machistas agresivos, como también hay tics feministas del mismo tipo. Y, sin embargo, los dos géneros, de igual modo que todos los humanos en general, estamos llamados a entendernos y amarnos. Así sea.