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viernes, 19 de abril de 2024 | Última actualización: 16:37

El embrollo nacional

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Jorge Fuentes. Embajador de España.

Cuando parecía que el panorama político empezaba a enderezarse y que todos pensábamos que después de las elecciones gallegas y vascas podríamos alcanzar un acuerdo para la gobernabilidad del país, he ahí que los propósitos del ejecutivo y del judicial se entrecruzan y el escenario se complica de nuevo.

En teoría no habría nada que criticar  ya que, como dicen los manuales, los tres grandes poderes clásicos -ejecutivo, legislativo y judicial- son independientes entre sí y cada uno de ellos puede y debe actuar a su aire, sin pedir permiso a los restantes. Por añadidura, encontrar el momento adecuado para que los tribunales puedan juzgar los numerosísimos contenciosos políticos que llevan entre manos, sería imposible. Con tantas elecciones, con tan prolongada provisionalidad de gobierno, con tan agónicos intentos de diálogo, el poder judicial actúa siempre en el momento menos oportuno.

En estos días, con la perspectiva del 25-S, cuando no pensamos sino en la mayoría absoluta que Núñez Feijoo necesita en Galicia o en el eventual apoyo del PP al PNV en el País Vasco que a su vez sería correspondido con los cinco votos en la investidura de Rajoy, en estos precisos días aparecen los fantasmas de Soria y su inoportuna candidatura a un puesto en el Banco Mundial, el jaleo de Rita Barbera y su escaño en el Senado y la petición de penas muy severas para Chaves y Griñán por sus responsabilidades en los Eres y en otros desaguisados andaluces.

Vaya por delante la legitimidad de la pretensión de Soria de acceder a una relativamente modesta vacante internacional. Magdalena Álvarez, Leire Pajín y Viviana Aido entre otros, también se valieron de esas vías para seguir ganándose la vida al salir del gobierno y lo hicieron costando al erario público muchos millones de euros. La inoportunidad del momento elegido por Soria es evidente y al final hubo que sustituir su candidatura por la de otro español.

El caso de Rita Barbera está resultando aún más sangrante. Por el momento la ex alcaldesa ha tenido que abandonar el PP, ella que fue una de las fundadoras del partido y que tan buenos servicios prestó en Valencia. Ahora se la quiere expulsar también del Senado privándola no solo del aforamiento sino también de cualquier forma de ganarse el pan.
La señora Barbera está acabada para la función pública, en el grupo mixto del Senado, rodeada de gentes tan ajenas a su causa como son los componentes de Compromís, Bildu o Convergencia, desfilara sin rumbo alguno, como alma en pena ante los objetivos y los focos de la cámara alta que la persiguen de forma inmisericorde.

El PP no defiende a los suyos. Aunque sean tan importantes como lo fue Rita Barbera sin cuyo apoyo ni el PP seria lo que hoy es ni Rajoy habría llegado a ser Presidente del Gobierno. Pero los sinsabores que ahora está pasando y los que le quedan por pasar no podrán borrar lo mucho que Barbera hizo por Valencia. En los largos años que estuvo al frente de la alcaldía, la ciudad mejoro extraordinariamente siendo hoy una de las más modernas y hermosas de España.

Muchos dirán que en esos años Valencia pasó a convertirse en símbolo de la corrupción, pero no hay que olvidar que se trata de una corrupción de andar por casa, de tres al cuarto, de trajes de Milano y de recaudación de 50.000 euros (a mil por cabeza) para atender las necesidades del partido. Nada que ver, absolutamente nada que ver con los 4316 millones de euros que están bajo sospecha en Andalucía.

Quiero pensar que dentro de muchos años, cuando pase esta marea, cuando nadie se acuerde de quien era Puig, Ribo,  Oltra o Baldovi, Rita será recordada con gratitud por no pocos valencianos.

Quizá debido a que España es un país sociológicamente de izquierdas, nos tragamos mucho peor la corrupción de derechas a pesar de que la socialista es infinitamente más abultada. Acaso por la misma razón, habrán observado ustedes que el PSOE defiende con mucha mayor convicción a sus corruptos que lo hace el PP.

Esperemos que a partir del próximo día 25 España salga del embrollo en que se encuentra, que el PP consiga los 176 votos necesarios y podamos tener un gobierno que dé estabilidad y prosperidad, si posible fuera, durante los próximos cuatro años. Soñar no cuesta nada.