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jueves, 25 de abril de 2024 | Última actualización: 08:50

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Jorge Fuentes. Embajador de España.

Resulta sorprendente que a estas alturas, cuando solo faltan cuatro días para votar, alrededor de un 30% del censo electoral todavía no ha decidido que candidato le despierta más confianza.

Si los candidatos fueran medio centenar de políticos, las vacilaciones aun serían comprensibles pero, señores, solo se trata de escoger entre cinco. Intentaré echarles una mano.

Si usted ha oído decir que en los países donde anida (o ha anidado) el comunismo, los ricos se han hecho pobres y éstos lo son aún más, excepción hecha de los políticos que pueden comprarse casaplones, escaparán como de la peste de ese extraño partido llamado Unidas Podemos (¿Son mujeres todos sus afiliados?). Y, de paso, se escaparían también del PSOE ya que si pacta con UP, se formaría en España un contubernio frente populista que elevaría nuestro paro a los niveles de cuando González y ZP dejaron la Moncloa y crearía un ambiente social peligrosamente semejante al que se vivió en la preguerra civil.

Si a usted no le gusta que el liderazgo de su partido sea líquido y volátil, que igual puede pactar con la derecha como con la izquierda, esquive también a Ciudadanos.

Y ahí ya lo tiene un poco más fácil: o PP o Vox. El primero tiene una larga experiencia de éxitos al remontar los millones de parados que dejó el PSOE aunque en sus filas cundieran casos de corrupción poco edificantes, muy inferiores a los del PSOE. También tiene la opción de votar a Vox, un partido nuevo, con las manos limpias, aún. Con un programa patriótico a veces un tanto histriónico, con unos amigos en Europa no siempre aconsejables y con el riesgo de que con frecuencia le tilden injustamente de fascista.

No parece tan difícil la opción. La criba que acaban de leer debería conocerla incluso un niño de escuela. Pero por desgracia, España que tiene un acopio de Historia, de Cultura y de Arte insuperables, adolece de un nivel educativo y cultural (esta vez con minúscula) que van poco más allá de la prensa rosa muy abundante por cierto.

Pero insisto en que uno de cada tres españoles aún no sabe a quién votar. Pero ¿acaso no escuchan la radio, no ven la tele o no leen la prensa de papel o digital? Hay medios informativos para todos los gustos, sobre todo en radio y prensa que abundan en el centro derecha (ABC, El Mundo, La Razón, la COPE, Es Radio, Onda Cero...).

Por el contrario, la televisión, que no nos engañemos es el medio más influyente, está en manos de la izquierda, tal es el caso de las cadenas 1, 2, 4, 5, 6, 24 Horas etc. quedando como más neutral la 3 y en la derecha, las modestas 13 e Intereconomía.

Sin ir más lejos, los días 1 y 4 pasados pudimos ver a los portavoces de 7 partidos primero y a los cinco candidatos después debatir en TV1. ¿Los vieron? No es seguro que esas dos batallas campales de todos contra todos les aclararan mucho las cosas. Dicen que en el pasado ayudaron al 7% de indecisos a encontrar su candidato... Me sorprendería. Huele a propaganda de la cadena nacional.

En el debate de los cinco líderes los dos que en mi opinión salieron más airosos fueron precisamente los que no tenían ninguna posibilidad de gobernar el país (Vox y UP) y los peores fueron los que hubieran podido formar una pacto de gobernabilidad (PSOE y Cs).

Lo cierto es que los debates multitudinarios tienen escaso valor. Los contendientes no aclaran las dudas que atenazan al espectador/votante: cómo reducir el paro, cómo resolver el lío de Cataluña, cómo reducir los impuestos, cómo mejorar el nivel de vida de jóvenes y viejos etc. Mucho más nos ayudaría la celebración de diversos cara a cara como los celebran otros países de nuestro entorno, sin ir más lejos nuestro vecino portugués.

Por lo que, si hemos de guiarnos por las numerosas encuestas publicadas y por los escasos debates, el día 10-N podemos encontrarnos con unas cifras tan confusas como las del 28-A que solo permiten tres salidas: o el Gobierno Frankenstein o la Gran Coalición PSOE-PP. Eliminada esta última opción que sería letal para el PP (en las siguientes elecciones caería en picado en beneficio de Vox que subiría hasta rondar los cien escaños), solo queda Frankenstein.

Perdón, o la tercera salida: las quintas elecciones en cuatro años.