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miércoles, 24 de abril de 2024 | Última actualización: 17:23

Los cuatro de Visegrado

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Jorge Fuentes. Embajador de España.

Aparte de la Unión Europea, que es la organización más importante del continente y que engloba a 28 países (a partir del año próximo, tan solo 27 con la salida del Reino Unido del club) de los 45 existentes en nuestro espacio, hay en Europa otros varios subgrupos con gran identidad.

Principalmente existen tres: Benelux, con 3 países y 28 millones de habitantes, el grupo Nórdico, con 5 países y 27 millones de personas y el grupo de Visegrado, con 4 estados y 65 millones de habitantes.

Desde un punto de vista puramente geográfico, cabría mencionar adicionalmente la Europa Balcánica, la Ibérica y la Central pero su nivel de cohesión no es tan fuerte como el que existe entre los tres grupos mencionados arriba.

Los 4 de Visegrado, identificados como V4, nacieron como tal en el siglo XIV, en 1335 como resultado del acuerdo firmado por los reyes de Polonia, Hungría y Checoslovaquia, en la ciudad húngara de Visegrad, con el objetivo de evitar agresiones bélicas en la región. Casi seis siglos más tarde, en 1991, los líderes de los tres países que pronto pasarían a ser cuatro con la escisión de Checoslovaquia, reconstruyeron el grupo con el objetivo prioritario de impulsar su ingreso en la Unión europea cosa que consiguieron en 2004.

Recientemente los V4 están siendo muy criticados por parte de las izquierdas europeas, por considerarlos ultraderechistas y aerófobos. Debo decir que no comparto la mayoría de estas críticas principalmente por estar formuladas desde un grave desconocimiento de la historia y la realidad de aquellos países de Europa Central.

Diré sin falsa modestia que durante muchos años de mi carrera, fui responsable del departamento de la Unión Soviética, Europa Oriental y la OSCE, contribuí al establecimiento de relaciones diplomáticas con todos ellos y he publicado varios libros que han marcado considerablemente la línea de acción de nuestro país hacia aquella importante parte de nuestro continente.

Hay que recordar que los V4 constituyen hoy uno de los grupos económicos más pujantes del mundo con índices mantenidos de crecimiento del 5% anual, solo comparables a los de algunos países asiáticos. Su centripetismo y fuerza de absorción es tal que otros países de la región -Austria, Croacia, Eslovenia, Rumania, Bulgaria- se han aproximado al grupo con el deseo de formar parte de él.

Hay que recordar también que dichos países eran ya muy prósperos antes de la segunda guerra mundial y que sufrieron una cruel regresión como consecuencia de los Acuerdos de Yalta y Postdam que cerraron dicha contienda y que abandonaron a toda la región, desde Polonia a Bulgaria, bajo la bota Soviética. Los cuatro de Visegrado y los restantes miembros del Pacto de Varsovia, siguen sufriendo hoy,  casi 30 años después de la caída del Telón de acero, un cierto síndrome de pérdida de soberanía que si antes se dirigía hacia Moscú, ahora lo hace respecto a Bruselas, de la que si bien es cierto que obtiene pingües beneficios, también lo  es que marca unos criterios no siempre infalibles y no siempre compartidos ni por los V4 ni por muchos otros socios.

La crítica en estos días a los países de Visegrado se centra en tres cuestiones principales que tendrían como denominador común el bajo nivel democrático que afectaría a cada uno de ellos.

-Se critica la falta de respeto a la separación de poderes, particularmente al hecho de que el Ejecutivo marca y decide los designios del Judicial. Se ignora que los de Visegrado han copiado sus Constituciones de las más progresistas de Europa incluida la española y que las mismas deficiencias encontradas en aquellos países se podrían formular -y de hecho se formulan- del nuestro y en otros varios.

-Se critica también la falta de libertad de prensa, acusación falaz cuando en cada uno de aquellos cuatro estados existen numerosas e interesantes publicaciones semanales de carácter político que abarcan todo el espectro ideológico y que son implacables en la defensa de sus ideas. Echo de menos este tipo de publicaciones en nuestra España en que, por el contrario, abundan  las publicaciones llamadas del corazón.

-Quizá las acusaciones más encarnizadas contra los V4 tengan como motivo la política de estos países respecto a la entrada de inmigrantes y refugiados. Es bien cierto que se resisten a una entrada indiscriminada de musulmanes y que no cumplen con la recepción de las cuotas marcadas hace 3 años por la UE, como no las cumple ningún otro de los socios por seguir sin resolverse un problema que difícilmente encontrará salida si no se acomete la difícil tarea tantas veces intentada de buscar la solución en sus orígenes en África y Oriente Medio, un problema que rebasa las posibilidades de Europa y en la que habrá que implicar a las Naciones Unidas en su conjunto.

Pero esa mísera solución de las cuotas y los gestos y posturas  como los que está mostrando España recientemente, olvida que cada pais tiene sus problemas y que, bien es cierto que en las calles de Budapest o Varsovia veremos muy pocos musulmanes pero si veremos millones de ucranianos que huyen de un destino incierto en su pais de origen, asolado y dividido por una cruel guerra.

Durante casi 40 años, los V4 y los restantes países de la región tuvieron que soportar gobiernos comunistas impuestos desde Moscú. No es de sorprender que en la mayor parte de ellos, salieran vacunados de tan dolorosa experiencia y que en ellos, por voluntad popular, las izquierdas hayan casi desaparecido del mapa político. Los parlamentos están repartidos entre diversos partidos de centro derecha, aproximadamente lo contrario a lo que ocurre en España.

Polonia, Chequia, Eslovaquia y Hungría van a tener que contemporizar con la UE de la que obtienen importantes fondos y cuyas reglas tendrán que aceptar con flexibilidad por ambas partes. El futuro de los cuatro países no es concebible fuera de la Unión. Su progreso decaería en picado y su peso específico también.

Pero de igual modo, la Unión Europea no podrá resistir nuevas defecciones. Después del Brexit, la salida de cualquiera de los cuatro países, particularmente la de Polonia que posee un peso específico superior al del conjunto de los tres países restantes, seria letal para los proyectos de Bruselas.