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jueves, 28 de marzo de 2024 | Última actualización: 11:05

Los lunes, amanece soleado

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Javier Valls. Director de Formación y Empleo de la Cámara de Comercio de Castellón.

Nos estamos acostumbrando a que cada día recibamos mejores noticias sobre la evolución de la economía española para los próximos meses. Además, no son datos exclusivamente del Gobierno, al que se le podría acusar de tendencioso, especialmente en un año electoral. Lo avalan diversos organismos internacionales. Esperemos que estos oráculos de Delfos acierten en sus pronósticos. Nos vendría bien que así fuera.

Tampoco es una novedad, que escuchemos continuamente mensajes de la brecha que hay entre unos datos de recuperación económica y la realidad ciudadana. Los que trabajan diariamente en el ámbito de mejorar la empleabilidad de las personas que se encuentran desocupadas palpan de primera mano esa sensación. Y, a pesar de ello, los datos de la EPA comparando el primer trimestre de 2015 con el mismo período del año anterior, confirman que ha descendido la tasa de paro en más de 2’5 puntos. Es para alegrarse, pero queda aún mucho recorrido.

Y es que detrás de cada estadística tenemos la historia de una persona. Como la de Ana, una joven de 18 años, que abandonó sus estudios por necesidades económicas de la familia para trabajar sin contrato como asistenta doméstica. O la de Juan, de 26 años, con clara vocación hacia el ámbito de la publicidad y el periodismo, que va sumando másteres e inexperiencia, y ya piensa que otros países europeos le darán mejores oportunidades. O Luis, 55 años, padre de familia, y toda una vida trabajando en la misma empresa al lado del pueblo en el que vive, hasta que el ERE se llevó por delante sus 35 años de dedicación, sabe mucho de su oficio, pero su oficio ya no le necesita…

Historias muy diferentes que coinciden en un denominador común, la dificultad para acceder a un puesto de trabajo. Son demasiados años de desazón, de desánimo para afrontar la incorporación o reincorporación al mercado laboral. Motivarles y esperanzarles es un trabajo necesario, que no consiste en una palmadita a la espalda, precisa de un proceso sistematizado, integral y, a la vez, flexible, que a partir de una figura de un tutor orientador, diseñe de manera personalizada un itinerario de inserción laboral que incorpore formación adaptada a las necesidades del entorno empresarial, apoyo y consultoría si se opta por la creación de una empresa, acompañamiento y seguimiento incluso una vez conseguido el empleo o el autoempleo, e incentivación. Y todo ello desarrollado con los tiempos adecuados.

El Plan Nacional de Implantación de la Garantía Juvenil ha permitido la puesta en marcha de algunos programas, como el PICE (Programa Integral de Cualificación y Empleo) desarrollado por las Cámaras de Comercio españolas, que aúna todas esas características. La Unión Europea ha centrado su foco de atención en los jóvenes, cuyos índices de desempleo son muy elevados, y especialmente lo son en algunos países como España. Hay importante dotación económica, necesaria para afrontar el reto de reducir drásticamente la tasa de paro juvenil. Esperemos que sea bien aprovechada. Pero no olvidemos tampoco a Luis, con sus 55 años y cargas familiares, necesitan también de esos programas.

Y mientras, se hace imprescindible, para que tanto esfuerzo tenga sus frutos, que los pronósticos de mejora económica se confirmen, que las empresas ganen en confianza, que se expandan con nuevos proyectos sostenibles y que generen necesidades de incorporación de trabajadores. A ver si se consigue que amanezca soleado cada lunes para la mayor parte de las personas.