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jueves, 28 de marzo de 2024 | Última actualización: 19:48

Una declaración de Arcada

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Rafa Cerdá. Abogado.

¿Micrófono encendido? ¿Sí? Ala bonita ya puedes empezar. En ese preciso instante del pasado 4 de mayo, una cándida joven de 21 años comenzó a dar lectura a un texto edulcorado, de alto contenido político y nula perspectiva histórica. Irati Agorria, oriunda de Gernika trasladaba al mundo que la banda terrorista ETA cerraba el grifo de verter sangre. Vamos que los desmanes cometidos por esta pléyade de asesinos en forma de disparos, bombas, extorsiones, secuestros y coacciones, cesa. Finaliza. Se acaba.

Irati se encontraba bien guarecida por personajes de renombre internacional (disculpen mi deliberado olvido pero ese bien remunerado grupo de mediadores y asesores que han participado en la ‘solución del conflicto’, no pisó ninguna de las múltiples capillas ardientes que estos salvajes provocaron a lo largo de cuatro décadas de matanzas y odio), y por un buen elenco de dirigentes nacionalistas vascos. Tras su lectura en euskera, Irati dejó paso a otros lectores de la denominada ‘Declaración de Arnaga’, así llamada por la Villa de la localidad vascofrancesa donde se celebró el acto.

En síntesis se nos viene a taladrar que el conflicto vasco debe encontrar solución a través de los mecanismos que ofrece el juego político, que el Gobierno Español debe ser generoso en ofrecer soluciones al ‘problema’ de los ‘presos’ y que se lamenta mucho el daño causado a las víctimas. Ojo: estas últimas incluyendo a los familiares de los integrantes de ETA que los pobres han pasado un mal trago terrible al ver a sus retoños descerrajando cerebros a golpe de tiro. Criaturas del Señor.

Cuanto más observo los pasos dramáticos que ETA ha ofrecido a lo largo de estos últimos tiempos, con mayor entusiasmo constato su constante deseo de atraer la atención, al nivel que fuera. Sin apenas estructura operativa, con unos cuadros dirigentes diezmados y acorralada a nivel policial y judicial, ETA era consciente de su total fracaso. Su problema consistía el modo de justificar tanto sufrimiento innecesario, tanta sangre derramada y sobre todo, su imposibilidad de otorgar a la Historia una causa que justificara su existencia. ¿Qué han obtenido en la consecución de sus objetivos políticos? Nada. ¿Se ha cambiado una sola coma del Estatuto de Autonomía del País Vasco? ¿Existe un consenso en Navarra para modificar su engarce institucional? Ambas preguntas obtienen la misma respuesta: NO.

En mi opinión su patético objetivo se centrará en elaborar un relato de la Historia, una especie de subvertir la memoria colectiva a fin de no verse engullida por su total impotencia. ETA perdió el pasado, no posee ubicación alguna en el presente y sólo le queda la eventual narración de su “actividad” frente a un hipotético futuro. Los asesinos no tienen absolutamente nada que ofrecer más que un calendario de terror. Nada más. Un total fracaso. Si quieren Historia pero de coraje, de dignidad, de voluntad de servicio, de valentía y de total entrega, les invito a conocer a todas las víctimas asesinadas por la vorágine asesina de ETA, personas cuyo nombre propio se erige como un inmenso monumento de concordia y libertad. Libertad, magnífico legado que con sus vidas nos han trasmitido a toda la ciudadanía española centenares de asesinados y que como un muro frenó al totalitarismo asesino de ETA y sus secuaces en el espectro político.

La propia dinámica de la vida lleva a pasar página, pero con la obligación de haber memorizado muy bien el historial de barbarie que ahora se pretende diluir en forma de comunicados inútiles y vacuas declaraciones. ETA ha sido derrotada y su único mérito por la naturaleza de sus actos debe ser encabezar un capítulo del Libro de la Historia de la Infamia.

¿Declaración de Arnaga? Mejor de Arcada. ¿No creen? Por lo vomitivo de sus actores.