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jueves, 25 de abril de 2024 | Última actualización: 21:31

Triste y preocupante

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Enrique Domínguez. Economista.

Sí; triste y preocupante es la situación en la que se encuentran las confederaciones de empresarios de Alicante y de Castellón.

Triste y preocupante porque las empresas necesitan tener unos cauces de representatividad fuertes y responsables. La prensa escrita señala que la Confederación de Alicante está en concurso de acreedores y que la de Castellón tiene problemas económicos. Con estas circunstancias, ¿se puede representar dignamente y con garantía a las empresas de las dos demarcaciones?

Sin incidir en las razones por las que en ambos casos se ha llegado a la situación actual, es necesario que la representación de las empresas se mantenga y, sobre todo, se evite tropezar con las mismas piedras o con los mismos problemas que han situado a esas dos organizaciones, nacidas en los primeros años de la democracia, en la tesitura actual.

Creo que con las empresas pasa lo mismo que con los ciudadanos; son y somos poco dados a integrarnos en organizaciones o asociaciones y, por tanto, en contribuir económicamente a su mantenimiento. Cuando la economía era boyante, dedicar un dinero a ser socio de una organización no planteaba problemas. Con la crisis y los recortes, las empresas han ido abandonando esas agrupaciones, bien por dejar de pagar, bien porque ellas mismas han desaparecido. Y los ciudadanos hemos hecho lo mismo con la adscripción a sindicatos, partidos o asociaciones de cualquier tipo.

Si, además esas organizaciones tenían fácil acceso a determinadas subvenciones o financiaciones, el hecho de que las aportaciones de las firmas asociadas no cubrieran el presupuesto total no era relevante. Con la  crisis, las empresas, como decía, han ido dejando de pagar o han desaparecido y las subvenciones han menguado, han desaparecido o se han controlado mucho más concienzudamente descubriendo, a veces, gazapos.

Pero, como decía al inicio, es triste y preocupante que esas organizaciones empresariales provinciales puedan desaparecer. Pero, ¿cómo han llegado a esta situación? ¿Pueden seguir representando sin cortapisas a sus asociados? Estos, ¿creen que están así bien representados?

Ante esta situación, la confederación regional tiene en estudio el modificar sus estatutos dando un mayor peso a las asociaciones sectoriales y a las grandes empresas en detrimento de las confederaciones provinciales.

El problema hay que mirarlo desde las dos partes. En este caso, desde Castellón se afirma que se quiere eliminar la representación provincial y que Valencia quiere controlarlo todo; que, una vez más, el cap i casal nos quiere, si no engullir, sí difuminar.

Pero no olvidemos los hechos: una confederación regional formada por las tres confederaciones provinciales; de las tres, una en quiebra técnica, otra con graves problemas económicos y también con problemas judiciales y, como el tiempo no perdona, con una necesaria renovación en los cargos directivos, y la tercera, parece que boyante desde el punto de vista económico. Las dos confederaciones con problemas deben varias anualidades a la regional y ésta ha tenido que hacer frente con sus fondos a esta situación.

¿Cómo resolver este problema? En Castellón se habla de un plan de viabilidad a cinco años, confiando en el aumento de asociados, en incrementar las cuotas y en cobrar por los servicios prestados. ¿Será así? Ojalá.

¿Puede continuar todo igual, como si no hubiese pasado nada, o hay que buscar alternativas? Si usted fuera miembro de la confederación que funciona bien, ¿qué pensaría de sus compañeros de las que van mal? ¿Seguiría confiando totalmente en ellos o pondría condiciones? Las empresas, ¿están mejor representadas en el entorno regional por provincias o por sectores?

Lo importante, en mi opinión, es que la organización empresarial, sea provincial o sectorial, funcione y sea eficiente y transparente, que esté bien organizada desde lo pequeño hacia lo grande. Pronto veremos si hay capacidad de diálogo entre nuestros empresarios. Y ustedes, ¿qué opinan?