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viernes, 19 de abril de 2024 | Última actualización: 00:00

Cuando un amigo se va…

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Domingo Vicent. Portavoz de Ciutadans en el Ayuntamiento de Vila-real.

Algo se muere en el alma. Esa es la sensación con la que muchos nos levantamos el último día de campaña electoral. Nuestros hermanos británicos habían apoyado por una exigua mayoría, 51,8% abandonar el proyecto común europeo que nació el 18 de abril de 1951 como Comunidad Europea del Carbón y del Acero, de la mano de Alemania, Francia, Italia, Bélgica, Luxemburgo y Los Países Bajos, con el objetivo de gestionar su industrias pesadas. El 25 de marzo de 1957 estos seis países firman el Tratado de Roma, creando la Comunidad Económica Europea, a la que se incorporarían el 1 de enero de 1973, Dinamarca, Irlanda y el Reino Unido. En 1981 se incorporó Grecia, y en 1986 llegaría el turno a Portugal y España. A partir de ese momento la “Europa de los doce” empieza a hacerse un hueco en nuestro vocabulario y en nuestros corazones.

El 7 de febrero de 1992 se firma el Tratado de la Unión Europea en Maastricht, la Unión Europea sustituye a la Comunidad Económica Europea, y el 1 de enero de 1993 se establece el mercado único y se hacen realidad la libre circulación de mercancías, servicios, personas y capitales. Europa seguía avanzando y creciendo, y el 1 de enero de 1999 adoptaría el euro para sus transacciones comerciales y financieras, que llegaría a los ciudadanos el 1 de enero de 2002, inaugurando unos años de crecimiento económico y prosperidad.

Reino Unido no adoptó la moneda común, prefirió mantener la Libra, por razones económicas, sentimentales, pero también estratégicas. Esto unido a las continuas exigencias en sus relaciones con la UE, me han hecho dudar muchas veces de su compromiso con el proyecto común europeo.

El referéndum ha puesto de manifiesto una brecha generacional, los mayores, nostálgicos y más partidarios de la marcha, los jóvenes, por el contrario, han sido los más partidarios de la permanencia. Igualmente, se ha visto la influencia de la frustración y el populismo en esta decisión, sin valorar cuestiones prácticas como que Reino Unido deberá renegociar sus acuerdos comerciales con la UE y con terceros países. Tampoco se ha valorado que Reino Unido ha sido un importante perceptor de inversión exterior, un 15% de la inversión directa que llegó a la UE en 2014.

La decisión ha generado mucha incertidumbre en los mercados, pero también en los ciudadanos británicos, que en menos de 24 horas han reunido un millón y medio de firmas solicitando la repetición del referéndum.

Este toque de atención, más que como un problema, que lo es, lo tenemos que ver como una oportunidad. No todo está perdido. La Unión Europea sigue teniendo un gran futuro por delante, pero debemos aprender la lección. Tomar decisiones, realizar reformas, y estar cerca de los ciudadanos, son obligaciones que los gobernantes no deben olvidar. Por ello, el Gobierno que coja las riendas de España tras las elecciones, debe caracterizarse por su europeísmo, por mantener un compromiso firme con las reformas y por su capacidad de liderazgo. De esta manera podremos convertir un problema en una oportunidad.

España tiene que dar un paso adelante, es razonable pensar que nuestro papel y nuestro peso en Europa vaya a verse alterado, tenemos que estar preparados y asumir nuestra responsabilidad.