David de Miguel. Diputado autonómico de Ciudadanos por la provincia de Castellón.
Así se titula la película de culto dirigida por José Luis Cuerda y estrenada en 1989, cuyo guion surrealista y las grotescas situaciones que narra, la convierten en una obra maestra de la comedia absurda, muy recomendable, por cierto, para todos aquellos que no la hayan visto.
Película tan grotesca y absurda como la situación política e institucional que estamos viviendo en nuestro país. Unas circunstancias que bien podrían inspirar el guion de una película de este género, si no fuera porque la gravedad de la parálisis institucional en la que nos hallamos inmersos, y las consecuencias que a corto plazo puede tener, dejan poco espacio para las bromas.
Sin embargo, no voy a hablar de cine ni de un tema tan recurrente en las redes sociales en verano como es el de los amaneceres que cada cual disfruta desde su lugar de descanso. Pero sí que considero que el título recoge perfectamente el hecho de que la sociedad civil, los ciudadanos de este país, están por encima de los gobiernos (o desgobiernos). Y es que a pesar del bloqueo, de la parálisis y de la irresponsabilidad de algunos políticos, cada día vuelve a amanecer, para todos, o para casi todos.
Porque mientras unos cómodamente pasan los días en Ibiza instalados en el “no es no”, y a otros les cuesta aceptar que la situación del país implica un diálogo y un consenso al que no están acostumbrados, detrás hay un país entero que se levanta cada día para sacarlo adelante. Y es que a pesar del Gobierno en funciones, sigue amaneciendo.
Amanece para el pequeño empresario que no tiene vacaciones porque debe abrir su negocio, para el desempleado que con esperanza espera que ese sea el día en el que encontrará una oferta de trabajo digna, para quien sigue esperando que le sea concedida la ayuda a la dependencia solicitada hace meses o para el estudiante que afronta sus estudios confiando en una formación que le permita desarrollarse profesionalmente. Es decir, amanece para toda una sociedad que si algo no merece son ocho meses de política absurda.
Fíjense que incluso amanece para quienes han pertenecido a una banda de asesinos malnacidos que han causado la muerte de 857 personas. Terroristas que durante años consideraron que sus principios, el odio y el terror, estaban por encima de valores fundamentales como la libertad y el derecho a la vida, no dudando en arrebatárselos a 857 hombres, mujeres y niños, que nunca más vieron amanecer. Unas muertes que de nada han servido, puesto que al final, como no podía ser de otra forma, el Estado de Derecho ha ganado la partida.
Un Estado de Derecho que impide que pueda ser candidato en unas elecciones quien ha pertenecido a esa banda de asesinos que es ETA. Decisión justa, correcta y necesaria que, sin embargo, ha sido considerada como “cacicada política” para algunos, y que no gusta a muchos otros, como por ejemplo al Molt Honorable President de la Generalitat Valenciana, a quien, según sus afirmaciones, “no le agrada que se pierdan los derechos políticos de las personas”. Así, aunque no me cabe la menor duda del compromiso de Ximo Puig contra el terrorismo, considero que estas desafortunadas declaraciones no están a la altura de lo que se espera de su condición de President de todos los valencianos.
En este sentido, hay un hecho que no debe olvidar el Sr. Puig, y es que también es el President de los familiares de las 31 vidas valencianas rotas por el terrorismo. De unas familias cuyos amaneceres estarán marcados para siempre por el recuerdo, la rabia y la impotencia porque a 31 inocentes, un día les hicieron perder algo más que unos derechos políticos. Les arrebataron la vida, que no es poco.
