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sábado, 20 de abril de 2024 | Última actualización: 22:37

estado, derecho, tribunal, europeo, justicia, SIN MAYÚSCULAS

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Juan José Pérez Macián. Concejal delegado del Área de Gobierno de Hacienda, Modernización y Administración Municipal del Ayuntamiento de Castellón.

Son sensaciones. Solo sensaciones. No tengo ningunas ganas de entrar a analizar en profundidad las razones. Ningunas ganas de valorar, profesionalmente, los motivos o sinrazones jurídicas, sustantivas o procesales. Son solo sensaciones, impulsos desde el corazón, sentimientos de solidaridad con las víctimas desde la razón y el pensamiento, desde el recuerdo triste y doliente de aquello tan dramático que sucedió, desde aquellos acontecimientos horrorosos que en su día nos encogieron el alma  leyendo las páginas de sucesos y escuchando los noticieros de la radio y la televisión. Son sensaciones de desolación, de incomprensión, de rabia y vergüenza por una resolución dictada por un tribunal europeo que dice llamarse de derechos humanos y que debería perder tan digna denominación tras la traición que ha perpetrado precisamente contra los derechos humanos de decenas y decenas de conciudadanos nuestros, españoles, que yacen bajo tierra para siempre porque unos verdugos los asesinaron, y también contra los derechos humanos de sus seres queridos que tuvieron que sobrevivir al dolor y vacío en que los asesinos les dejaron de por vida.

Los torturadores, violadores y asesinos fueron detenidos, juzgados y condenados. La justicia les impuso duras condenas a muchos años de privación de libertad que jamás habrían devuelto las vidas que robaron, que jamás habrían curado las heridas que causaron a las víctimas y a sus familias. Pero en un estado de derecho es eso lo que hay: lentejas...o las tomas o las dejas. En un estado de derecho no cabe tomarse la justicia por tu mano. En un estado de derecho tomarse la justicia por la mano es delito y pueden condenarte por ello. Y es así porque es precisamente el estado el que asume la responsabilidad, competencia y función de hacer justicia, eliminando y prohibiendo la posibilidad de que sea el ciudadano agredido en sus derechos quien reponga por su cuenta y medios la situación al punto justo que le fue violentado. ¡Pero, ay, si eso falla!. Y ha fallado.

Todos esos delincuentes están saliendo estos últimos días por decenas de las cárceles gracias a la citada sentencia de ese tribunal europeo de innombrable nombre. Los padres y madres, viudas y viudos, hijas e hijos, amigas y amigos de decenas y decenas de asesinados y asesinadas, con estupor, con indignación, lloran de rabia, no entienden nada. Yo tampoco. No creen en la justicia. Yo tampoco.

Hoy, estado, derecho, tribunal, europeo y justicia no merecen mayúsculas, sino la condena de las minúsculas. No puedo, no me sale, entiéndanlo.