José Vicente Ramón Moreno.
He observado, en varias ocasiones, el modus operandi de los que nos ensucian puertas y cestas de publicidad con esas odiosas pegatinas en las que podemos leer ‘Cerrajeros 24 horas’ y un número de teléfono.
Son chavales de unos 20 años con una mochila a la espalda y, por lo general, de procedencia sudamericana, que se dedican a dejar esas pegatinas en todos los sitios que se les ocurren (persianas de puertas y ventanas metálicas, en las propias puertas, en las cestas previstas para la publicidad e, incluso, en las tuberías de las canales de desagüe, o donde se les ocurre).
Estos chicos por un importe que no superará el céntimo por pegatina, son capaces de poner entre tres y cuatro mil pegatinas en una noche en la zona que les asignan.
Trabajan con nocturnidad y alevosía. La nocturnidad por ellos, porque suelen trabajar desde las 10 de la noche en adelante con un rollo de pegatinas en la mano izquierda y con la derecha pegándolas de forma vertiginosa, y la alevosía de las empresas de reparto que les encargan estos trabajos ya que les entregan este material con un adhesivo que, en cuanto pasan 4 ó 5 horas, impide que se retire la pegatina sin dejar la mayor parte pegada en su sitio.
Por la dificultad para eliminarlas, la mayoría de pegatinas quedan donde están porque es menos antiestético dejarlas que arrancar una parte y quedar el resto pegado.
Yo invito a todos los lectores a que se fijen, y si ven que han puesto alguna recientemente la retiren, o con una punta de bolígrafo inutilicen la lectura de un par de números del teléfono que allí aparece, a ver si por considerar inútil el esfuerzo dejan de ensuciarnos paredes y puertas con total impunidad.
