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miércoles, 24 de abril de 2024 | Última actualización: 00:11

La España subvencionada: partidos políticos, sindicatos y CEOE

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Miguel Bataller. Ciudadano del Mundo y Jubilado.

Siempre he considerado que una sociedad que vive en algunas de sus estructuras fundamentales de las subvenciones, está destinada al fracaso irremisiblemente.

Cuando la gente recibe un dinero que no se gana con su esfuerzo, pierde el estimulo del trabajo, y el día que deja de recibirlo se dedica a morder la mano que se lo daba, porque no llega a entender nunca por que antes si….y ahora no.

Y por eso cuando llega una situación de crisis, en la que los recursos que se generan apenas llegan a cubrir las necesidades perentorias del día a día, nos encontramos con varios problemas acumulados:

1) Hemos acostumbrado a todos los subvencionados a vivir del cuento, y sin tener que trabajar, para ganarse con su trabajo productivo, los recursos que les permitan mantenerse.

2) Cuando se pierde el hábito del trabajo durante un largo período de tiempo, no hay forma humana de recuperarlo, pues se considera que el “vivir del cuento” es un derecho irrenunciable, y para ellos su “holganza” es su “trabajo”.

3) No les sirven argumentos razonados a quienes tienen que enfrentarse con su triste realidad, y por eso luchan con uñas y dientes por mantenerse en el estatus que habían disfrutado, culpando de su desgracia a quien les permitió el poder vivir de las subvenciones de una manera indebida.

Viene esto a cuento, para intentar dejar en evidencia a los tres estamentos fundamentales de nuestra sociedad actual, que viven de unas subvenciones exageradas en uno de los casos (el de los partidos políticos) y de otras absolutamente injustificables (sindicatos de trabajadores y seudo sindicato de empresarios,  que aquí en España es la CEOE).

Estoy convencido de que ésta columna, será muy rebatida por todos ellos, y que esto es algo así como la lucha de D. Quijote  contra los molinos de viento, de la que no voy a sacar nada en claro, ya que entre ellos y aunque parezca que se enfrentan coyunturalmente, esa confrontación no es nada más que una postura de cara a la ciudadanía, ya que todos viven de ella, pero curiosamente a ninguno de ellos lo reconocerá, y sacaran mil y un argumentos, para justificar las subvenciones que reciben.

Pero de una manera elemental por no alargarme, les aporto mis razonamientos, que pueden estar todo lo equivocados que ellos quieran, pero que para mi son pura evidencia.

Misión de los sindicato

Defender los derechos de los trabajadores y por lo tanto, tal como sucede en las sociedades occidentales más desarrolladas, deberían de vivir de las cuotas de sus afiliados, y seguramente si así fuera lo harían de una forma razonable y desinteresada, trabajando codo con codo con sus compañeros, y sin que hubiera unos “liberados sindicales” que pagados por la empresa, se dedicaran a encender la hoguera de los odios entre ésta y sus trabajadores, situándose en una permanente “lucha de clases” arcaica y obsoleta, que no lleva a ninguna solución positiva para unos ni para otros.

Por otra parte, el trabajo que no hacen ellos, les toca hacerlo a esos compañeros a quienes dicen defender, porque eso si, para ellos “la caridad bien entendida empieza por ellos mismo”.

Sindicatos que tengamos que pagar con los impuestos de todos los ciudadanos, para que enciendan conflictos, a mi, personalmente, no me sirven.

Misión de la CEOE

Se supone que representar los intereses de los empresarios en todos los conflictos, y argumentandolo con los mismos razonamientos que he utilizado para los SINDICATOS, me parecería excelente y muy justificada su existencia, si se financiaran con las cuotas de sus afiliados, como debería de ser, pero en vista de que el Estado es tan pródigo con los anteriores, exigieron un trato similar, y se han convertido en otro foco de corrupción y despilfarro, del que tenemos una prueba evidente con el recientemente imputado Sr. Díaz Ferrán, “patrón de los patrones” de quien Dios nos libre muchos años, como de los 'Toxos y los Mochus'.

Finaalmente los partidos políticos, sin grandes diferencias

Nuestra casta política, después de cada elección normalmente en su primer pleno, ya sea de Ayuntamientos, de Autonomías o de Congreso y Senado, de lo primero que se preocupan es de fijar sus ingresos, y los que corresponden a los partidos en función de los votos conseguidos y escaños logrados.

Su prioridad absoluta es saber “como estará lo nuestro”, sin pensar para nada en el resto de la ciudadanía.

Y que yo sepa, tanto da que sea en períodos en crisis, como de abundancia siempre van incrementado la cantidad de dinero que tienen que percibir, ya que lo tienen muy fácil.

Se incrementan los impuestos y como los ciudadanos no podemos evadirlos, su problema y el de sus aliados sindicalistas y líderes empresariales, se resuelven de un plumazo.

O sea que ni los políticos piensan en sus administrados, ni los sindicalistas en sus trabajadores (afiliados o no) ni la CEOE en sus empresarios, por lo que en mi opinión no existe una razón válida para que sigan “mamando de las ubres de una vaca famélica y moribunda que es nuestro Estado”, que no han sabido cuidar, sin darse cuenta de que el día que esa vaca muera de inanición, a ellos también se les acabará la leche y además tendrán sobre sus espaldas la responsabilidad del caos, que o bien han creado o bien no han querido solucionar por un egoísmo desmesurado.

Quiero unos Sindicatos y una representación empresarial, que cuando se sienten a negociar, sea para mantener vivas a las empresas de las que comen unos y otros, con unas infraestructuras que se puedan pagar unos y otros con las cuotas de sus afiliados, que es a quienes defienden, y quiero un Estado,  que ejerza su labor de mediación cuando se le requiera, con los mismos criterios de austeridad  y responsabilidad, y sólo con esos condicionantes y con mucho esfuerzo y trabajo por partes de todos, levantaremos el edificio que estamos derrumbando con la irresponsabilidad de unos y la tolerancia de todos los demás que nos levantamos de hombros, en vez de “cantarles todos los días a la cara, las verdades del barquero”.