Marisol Linares. Exdiputada del PP.
Atrás hemos dejado un año calificado por todos como horribilis, y entrabamos en uno nuevo con la esperanza de que el año y la vacuna mejorarían nuestras expectativas.
Las borrascas meteorológicas junto con las políticas y biológicas nos han hecho volver a la cruda realidad. El mundo pasó dos guerras mundiales y salió de ellas con un nuevo orden social económico y democrático. Actualmente podemos decir que estamos inmersos en una Tercera Guerra mundial donde no hay ni bombas ni armas, pero que ya ha matado a más de dos millones de personas como consecuencia de una guerra vírica difícil de combatir.
La esperanza del final de esta pandemia con la vacuna se diluye, ya que las principales farmacéuticas la están vendiendo al mejor postor y esto hace que la vacunación se ralentice y, por ende, las muertes y el sufrimiento no vean un final.
En el ámbito político, el marketing de Moncloa sigue funcionando y calando en una sociedad que está paralizada ante los temores y la incertidumbre, un paro desbocado, la quiebra de miles de empresas que no volverán a abrir sus puertas, la imposición de una ideología mal llamada de progreso con la aprobación de leyes que atentan contra los derechos fundamentales delas personas como la Ley Celaá, la Ley de la Eutanasia, la justificación de la ocupación de los bienes privadas. O las cesiones a los nacionalistas catalanes y vascos que aprovechan sus escaños en pro de sus fines independentistas, el ataque a la independencia del Consejo General del Poder Judicial, y así un sinfín de cuestiones.
Cuando finalice esta pandemia habrá cambiado la sociedad, la forma de trabajar, la forma de pensar y la puesta en valor por la persona y la familia como centro de un nuevo orden internacional, cuyas consecuencias aún son imprevisibles de analizar. Lo que si que quedará claro es la falta de un liderazgo en España cuyas consecuencias son más paro, más colas del hambre, menos educación, menos cultura del esfuerzo y una sociedad totalmente subsidiada.
En estos momentos, la unidad de todos los políticos frente al enemigo debería ser su prioridad, pero para ello, el capitán que dirige este ejército debe querer que todos sus soldados lo conformen ideologías que no socaven los cimientos de una nación que ha sido ejemplo de unidad a lo largo de la historia.
Joe Biden ha tomado posesión como presidente de EEUU con un discurso llamando al patriotismo y a la unidad nacional con la frase “la democracia es la unidad de todos”. Ojalá esta frase tan corta, pero tan llena de significado pudiera ser aplicada por nuestro presidente cuya máxima preocupación es su imagen y su permanencia en Moncloa sin que el rumbo de España esté entre sus prioridades.
La vacuna, esta arma silenciosa pero eficaz, es la única que puede acabar con esta guerra y hacer recobrar la ilusión y la normalidad a esta sociedad.
